El trabajo humano está conectado con el deseo de cada persona, a la imaginación, a la necesidad de quien lo hace y al propósito que nos mueve a cada uno. Lo expresa muy bien Antoine de Saint-Exupéry en su famosa frase: “Si quieres construir un barco no tomes la madera, juntes a los hombres y distribuyas la tarea a cada uno. Si quieres construir un barco, primero enseña a los hombres la nostalgia por el mar amplio e infinito.”
La tarea educativa más importante en este momento es re-despertar en la gente el deseo de ser felices, trabajar y construir buscando la belleza y la libertad. Porque la esperanza es un don, pero se alimenta de encontrar personas que puedan testimoniar con su vida las razones del por qué vale la pena vivir, especialmente en Venezuela.
Para ello hacen falta maestros que vivan con pasión su oficio y que lo contagien a los demás apostando a la excelencia, porque toda la técnica necesita de un propósito para que sea utilizada adecuadamente.
Por suerte en Venezuela aún quedan muchos, aunque las circunstancias sean cada vez más difíciles; una muestra de ello fue el encuentro que se sostuvo en el marco del ChoccoVenezuela organizado por Cavenit, donde tuvimos el placer de reunirnos con Gaby Ramírez (Chocolates La Mucuy – Mérida), Ingrid Seidel (Chocolates Variquí – Lara), Laura y César (Chocolates Cayre – Mérida), Armando Canelón (Valencia), y Rodrigo Morales (Chocolates Valle de Canoabo – Carabobo), que son maestros chocolateros y emprendedores consolidados en varias ciudades del país, quienes junto a la maestra chocolatera María Fernanda Di Giacobbe participarán en el proyecto que estamos comenzando en alianza con las cámaras de comercio italiana y francesa en el marco de Fedeuropa, junto a nuestra Asociación (Trabajo y Persona). Es un proyecto donde se prueba que aún existen buenas personas y profesionales dispuestas a trabajar en conjunto, ofreciendo oportunidades a los que no las han tenido y así apostar por el bien común.
Lo mismo sucedió en el encuentro de fin de año de Trabajo y Persona, cuando nos conectamos por video-conferencia con los amigos de la Piazza dei Mestieri de Torino, donde quedó en evidencia la sintonía en el origen de ambas obras. Porque aún en realidades muy diversas, la posibilidad de conmoverse frente a la necesidad del otro permite tomar conciencia de nuestra propia necesidad, y entonces a partir de un gran deseo de trabajar juntos, podemos construir un barco que pueda resistir no sólo esta tormenta, sino llevarnos a mares de bellezas inimaginables que nos inviten a ir más allá.
Alejandro Marius
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