Dekocker: “Ahora está comenzando el verdadero exilio”

La doctora Katrien Dekocker
Doctora en Migraciones Contemporáneas y Cooperación al Desarrollo ha vivido muchos años en Barinas y Valencia. Conocedora de nuestro País y aún más de nuestra idiosincrasia, desde hace años estudia y analiza el fenómeno de la emigración venezolana a España

MADRID – Cree que todavía nos esperan tiempos duros; tiempos muy difíciles. Y se pregunta si es ahora que realmente está comenzando el verdadero exilio. De hecho, está convencida de que la emigración venezolana seguirá creciendo; no parará. Katrien Dekocker es doctora en Migraciones Contemporáneas y Cooperación al Desarrollo. Ciudadana belga nacida en Chile, ha vivido muchos años en Barinas y Valencia. Por lo tanto, conoce muy bien al País y, aún mejor, nuestra idiosincrasia.

La cita había sido fijada en horas de la mañana. Nos recibe atenta, gentil, con una sonrisa que nos recuerda el horizonte abierto y límpido de los llanos barinenses. El tema de nuestra conversación no podía ser otro: la diáspora venezolana. Por eso, lo primero que preguntamos es:

– ¿Cuántos emigrantes venezolanos hay en España?

Hurga en su computadora, revisa las series estadísticas del Ine y nos sorprende. De hecho, lo primero que nos dice, conociendo las características de la “Voce”, es que “al primero de enero de 2017, los ítalo-venezolanos eran 8 mil 872”. Y precisa:

– Estos son los nacidos en Venezuela; los  que han venido a España y se han empadronado con la nacionalidad italiana. Obviamente, esta cifra habrá aumentado.

Y es así. Como dijeron recientemente a la “Voce” Gilda Santangelo, responsable de la Cancillería Consular de Madrid, y Pietro Mariani, presidente del Comites de Madrid, los ciudadanos ítalo-venezolanos en España son más de 12 mil.

“En 2017 – dijo Santangelo en una entrevista a la “Voce” -, se calcula llegaron  mil 741. Eso es el 80 por ciento más que el año anterior. Y en los primeros meses de 2018 – prosiguió -, ya han llegado mil 200. Eso nos permite proyectar para finales del año un número de llegadas superior al del 2017. El Aire – precisó – no toma en cuenta a los ciudadanos ítalo-venezolanos que, por razones personales, decidieron no registrarse”.

La doctora Deckoker desgrana números y porcentajes. Lo hace con precisión de relojero. Las suyas son cifras oficiales, imposibles de refutar o negar, si es que a alguien se le ocurriera pensar hacerlo.

– La venezolana, en sus inicios, era una comunidad muy pequeña – nos cuenta -. Estamos hablando de hace 20 años. En ese entonces, no pasaba de las 50 mil personas.

Al puntualizar las cifras, explica que emplea un padrón con las siguiente variables: país de nacimiento Venezuela y nacionalidad española, venezolana o extranjera.

– Ahora bien – continúa -, en 1998 había 8 mil, 9 mil ciudadanos venezolanos. Sin embargo, conocemos muy bien el nexo histórico que une España a Venezuela. Son tantas las personas que heredaron la nacionalidad de sus abuelos o sus padres. Por eso, muchas, al momento de emigrar, optaron por España. Cuando menos, tenían la seguridad de poder entrar en el país de manera legal. Lo mismo pasaba a quienes poseían la nacionalidad italiana o la portuguesa. Hace unos años, venir con la nacionalidad portuguesa o italiana y obtener una cédula, un Nie como aquí se le llama, no generaba tantas dificultades. Todo era mucho más sencillo. Hoy en día, aun cuando es verdad que se tiene ganada la mitad de la batalla, tener la nacionalidad europea, comunitaria no es garantía suficiente. Hay cada vez más exigencias legales, más trabas y más dificultades. Aun así, nada comparable con las que encontrará una persona que llegue con pasaporte venezolano. Este, como cualquier turista, tiene permiso para estar en el país por tres meses. De ahí en adelante entra en el limbo de la ilegalidad.

– ¿Cifras concretas?

Dekocker comienza a desmenuzar, comentándolos, números, porcentajes, cifras. Son los mismo, enriquecidos por otros más recientes, que expusiera en la mesa redonda “Exilio y Retorno ¿Regresarán los Venezolanos?” que organizara la “Asociación de Periodistas Venezolanos en España” (Venezuelan Press) en ocasión del Día del Periodista en Venezuela. Leonardo Padrón, en ViceVersa Magazinecomentó refiriéndose a la exposición de la nuestra entrevistada:

“La intervención de la Dra. Dekocker, una ciudadana belga nacida en Chile cuya tesis versó sobre la migración venezolana, estuvo colmada de cifras perturbadoras. Cifras que todavía me rebotan en la cabeza”.

Y, en realidad, así son:  sobrecogedoras.

– Es costumbre hablar del padrón al primero de enero del año; eso, para hacer referencia al año anterior – nos explica antes de pasar a presentar cifras y, con paciencia de cirujano, a descomponer series estadísticas -. En abril, han sido publicados los datos provisionales al primero de enero del 2018. En este momento, se estima que hay casi 250 mil venezolanos empadronados. Por supuesto, con las variables que ya expliqué. Es probable que algún venezolano todavía no haya podido empadronarse. Sin embargo, no es común que las personas, aunque estén de manera irregular, dejen de hacerlo. El gobierno español garantiza que las informaciones no se crucen. Es decir, asegura que una vez que te empadrones nadie vaya a por ti si eres ilegal. El padrón es simplemente una garantía de registro. Permite ubicar tu domicilio. Como te decía, en este momento se estima que hay 250 mil venezolanos. Esto representa un crecimiento, en 20 años, de 450 por ciento. Para mi, que llevo 10 años estudiando el perfil de la comunidad venezolana en España, representa un fenómeno importante.

Sostiene que se ha producido un gran cambio. Pero, no tanto en el perfil de las personas; a pesar de ser cada vez más jóvenes quienes, en nuestros días, deciden emigrar.

– El gran cambio definitivamente es otro – precisa -. Antes, quienes decidían reconstruir sus vidas en España llegaban con un título universitario, garantía de una formación profesional. La primera carrera ya estaba hecha. Venían a España a buscar trabajo o bien para cursar un master o un doctorado. Hasta el 2014 eso era muy viable. Los venezolanos se trasladaban a España después de haber obtenido del Consulado de Caracas una “visa de estudiante”. A partir del 2014, se elimina la ayuda que proporcionaba el Estado venezolano a los estudiantes. Desaparece el famoso  “Dólar Cadivi”. Y el Consulado se pone mucho más estricto, al momento de otorgar visas de estudiante. Entre otras cosas, exige demostrar que se tenga el dinero necesario para enfrentar los gastos de mantenimiento. En fin, una  garantía de que puedes cubrir esos estudios y tu estancia. Hoy en día, son muchos los jovencitos que deciden emigrar a España. Vienen con el título de bachiller. Y, además, sin haberlo legalizado. Ya sabemos las dificultades para apostillar el título en Venezuela. Sin embargo, es un requisito indispensable para entrar en el sistema de homologación y de convalidación. Entonces, ahí, para mi, se visualiza un primer gran cambio. Están entrando muchos jóvenes de 17a 20 años de dad. Entran solos y sin título universitario. Ese es el cambio de perfil.

Una maleta llena de ilusiones

Frunce el seño, revisa papeles y observa la pantalla de su computadora. Dekocker no es la investigadora fría que detalla números sin mostrar emociones. Sabe que detrás de cada cifra, de cada porcentaje, de cada serie estadística hay un ser humano,  una familia, el calor de un hogar destruido por la diáspora.

– Muchos jóvenes que han terminado el bachillerato – continúa – todavía no tienen definido su futuro profesional. Llegan a España con muchas ilusiones. Sin embargo, para acceder a la Universidad, hay que presentar una prueba. Es el proceso de selectividad. Claro, tienes la opción de las universidades privadas. Pero, son impagables. La mayoría de los jóvenes viene con pocos ahorros o ninguno. Esto limita aún más la posibilidad de comenzar una carrera. Hay que estar claros. En primer lugar, vienen a por un trabajo que les permita sobrevivir. Y, en segundo lugar, a ver cómo pueden ayudar a su gente que ha quedado en Venezuela. Ese es otro cambio fundamental de perfil.

Explica que los primeros 10 años, la emigración venezolana era invisible. Es más, en la ponencia presentada en la mesa redonda organizada por “Venezuelan Press” afirma que “hace tan solo 5 años atrás, la comunidad venezolana en España se caracterizaba como una inmigración sutil, invisible, legal, integrada a la sociedad española, profesionalmente cualificada y con pocas dificultades para la inserción laboral y el acceso a la buena vivienda, la educación e incluso la sanidad privada…”.

Y continúa:

“10 años atrás, gran parte inmigraba con el núcleo familiar; parejas con una media de edad de 32 años, con o sin hijos. Salieron con un bagaje formativo, profesional, cultural y económico”.

– Muchos eran técnicos petroleros, ingenieros, médicos, odontólogos, enfermeras – comenta -. Llegaban a España y, como eran personas altamente calificadas y con experiencia laboral, conseguían casi de inmediato un trabajo. Entraron en la sociedad española sin muchos obstáculos. Se integraron… Yo llegué a España en el 2008. Y nadie mencionaba a los venezolanos.

Todas las pertenencias en una maleta

Es el pan nuestro de cada día. Los periódicos muestran fotos de familias enteras cruzando puestos fronterizos con  Colombia y con Brasil. Es un río humano que lleva todas sus pertenencia en una maleta y el dolor de la separación en sus corazones. Muchos son jóvenes, apenas unos adolescentes. Atrás dejan sus recuerdos y adelante buscan su futuro. Son pocos los que cruzan el océano. Para estos, el último recuerdo será la “Cromointerferencia de color aditivo”, la obra de Carlos Cruz-Diez que caracteriza el Aeropuerto de Maiquetía, y la tristeza dibujada en las caras de sus padres húmedas de lágrimas imposibles de detener.

– Hablemos de nuestra diáspora. España siempre ha sido uno de los países de preferencia de la emigración venezolana. Ocupaba el primer lugar detrás de los Estados Unidos. ¿Sigue siendo así?

– Creo que también en eso hay un cambio – afirma -. En 2015, España estaba en el segundo lugar. Estados Unidos era el país con el mayor número de venezolanos. Ahora, hay un éxodo hacia países de América Latina. Hasta hace poco, los venezolanos no consideraban esa posibilidad. Eran muy pocos los que optaban por ir a Colombia, a Perú, a Ecuador, a Chile o a Argentina. En un primer momento, se orientaron hacia Costa Rica y Panamá. Eran los países que ofrecían mejores condiciones de vida y de trabajo.

– ¿Ese fenómeno responde también al nivel cultural de quién emigra? Los profesionales, quienes poseen un título universitario, parecieran preferir Estados Unidos, España y en general Europa. Los demás, en cambio, parecieran optar por América Latina…

– Si… en parte… sin duda alguna – admite -. Por la frontera de Brasil y de Colombia ha salido y sale mucha gente. Es verdad. Creo que son venezolanos que no pueden comprar un pasaje de avión; que carecen tal vez de una profesión o de los ahorros necesarios para establecerse en Estados Unidos o Europa. Sin embargo, también creo que hay un grupo de profesionales que al principio intentó establecerse en Costa Rica y en Panamá. Trató de montar empresas y muchas veces lo logró. Los primeros venezolanos que emigraron, un gran número de ellos, se convirtieron en emprendedores. Llama la atención que muchos llegaron a España y pidieron una autorización por “cuenta propia”.  Es decir, para trabajar por “cuenta propia”. Empezaron a nacer restaurantes; sobretodo restaurantes de platos típicos venezolanos. Comenzaron a invertir. Era la época en la cual todavía no había tantas trabas para sacar el dinero de Venezuela. Algunos tenían cuentas en el extranjero. Y, por lo tanto, contaban con la posibilidad de invertir  y comenzar su propio negocio en el país de destino. En España, que es la realidad que mejor conozco y he estudiado, los venezolanos, en plena crisis económica, fueron los que más solicitaron autorizaciones por “cuenta propia”. Quiere decir que, a pesar de la crisis, deseaban montar su propio negocio. Y así lo hicieron muchos. En sus inicios, la venezolana era una comunidad muy pequeña.

– ¿Cómo ha cambiado esa realidad? ¿Cuándo se produjo el gran éxodo de venezolanos a España?

– El 30 por ciento de los venezolanos que viven en España ha llegado en los dos últimos años – nos dice -. Muchos solo poseen la nacionalidad venezolana. Eso ha provocado el incremento de irregulares. Su número ha crecido mucho, muchísimo. No tienen los papeles en regla. En consecuencia, viven entre mil dificultades. Además, la mayoría carece de un título profesional. Eso dificulta aún más la búsqueda de un trabajo. Si eso fuera poco, muchos optan por quedarse en Madrid. Y esta es una ciudad muy cara. Sobrevivir en Madrid con un trabajo, bien sea en la economía formal, bien sea en la economía sumergida, es complicado. Es difícil ganar lo suficiente para pagar el alquiler de un apartamento. A veces, el sueldo ni siquiera alcanza para el de una habitación.

Para todo hay una razón; también, para explicar este fenómeno. Muchos no pueden elegir otra ciudad porque simplemente no pueden dejar Madrid. Dekocker explica la razón con palabras sencillas:

– Hay quienes solicitan asilo. Y esperando la cita, esperando dar curso a los trámites, esperando la Tarjeta Roja, se quedan en Madrid. Siempre he dicho que cuando alguien fija España como país de destino, realmente no emigra a España. Ese ciudadano lo hace a una Comunidad Autónoma. Es verdad que hay una ley general; una ley de emigración nacional. Pero, también lo es que muchas competencias han sido delegadas a las regiones. Así que las reglas pueden cambiar dependiendo de la Comunidad Autónoma a la cual llegues. Por ejemplos, el país Vasco ayuda mucho más al extranjero inmigrante que otras Comunidades Autónomas. Antes de tomar una decisión, habría que hacer un estudio sobre cuál es la Comunidad Autónoma en la cuál resulta más conveniente radicarse. No sólo hay que tomar en cuenta el costo de la vida; también es importante conocer a cuál ayuda se tendría acceso en caso de necesitarla.

– El problema lamentablemente es que,  por las circunstancias que vive el País, muchas veces no hay tiempo para informarse. Simplemente se emigra y al llegar al país de destino se solicita el asilo…

– Es verdad – admite -. Las solicitudes han crecido una barbaridad. Tengo aquí las cifras. Fíjate. En el año 2014, habían pedido asilo solo 124 venezolanos. En el años 2017, 10 mil 350. Venezuela, hoy, ocupa el primer lugar en número de solicitudes, muy por encima de Siria, que se coloca en la segunda casilla con menos de 4 mil.

Explica que esta es una estrategia, para ganar tiempo. Por supuesto, hay casos reales de persecuciones, de secuestros..

– Ya sabemos todo lo que está ocurriendo en Venezuela – admite -. La solicitud de asilo resulta ser una estrategia muy útil. Entonces… como es tan solo eso, una estrategia, se le está negando al 99 por ciento de los venezolanos que lo pide. Aún así, te permite ganar un poco de tiempo. En España el proceso de otorgamiento de asilo es muy lento. Primero hay que solicitar una cita. Y esto tarda meses. Luego, si entras en ese trámite, tardas otros meses a que te otorguen la tarjeta roja. Esta es lo que todo el mundo desea. Te permite trabajar. Además, si no encuentras trabajo inmediatamente, el Estado te otorga una ayuda por 18 meses. Es algo parecido al subsidio de paro. Son aproximadamente 426 euros.

La Tarjeta Roja, algo a lo que muchos aspiran

Está claro que la Tarjeta Roja es a lo que mucha gente aspira. En especial, el venezolano quien realmente desea trabajar. Y, para Dekocker, sobre eso no cabe ninguna duda.

– El venezolano – afirma convencida – no viene a España a que le den una ayuda. Está huyendo de una crisis humanitaria. Lo que quiere es trabajar. En consecuencia, para él la Tarjeta Roja es muy importante. Le da un respiro. Además, si logra entrar en el mercado laboral, para cuando las autoridades denieguen el asilo, ya tienes acumulado un tiempo de permanencia en el país. Y lo tiene trabajando, produciendo. Entonces,  puede solicitar el “arraigo”. España, de hecho, tiene esta otra modalidad: el “arraigo social”. Si has vivido tres años en España, has trabajado y, al momento de pedir el “arraigo”, tienes un  trabajo, es probable que obtengas la residencia temporal.

Hace notar que todo el mundo pide asilo en Madrid. Lo más acertado, en opinión de nuestra entrevistada, es que se haga en otras Comunidades Autónomas. Señala que, a diferencia de otras migraciones, los venezolanos no suelen pedir asilo en los puestos fronterizos. Lo hacen ya en territorio nacional.

– Si lo pides en territorio nacional – comenta -, no hace falta solicitarlo en Madrid, ciudad en la cual las citas se alargan mucho más. Cuanto más tarde te den la cita, más tarde te entregarán la Tarjeta Roja. Y, por supuesto, más tarde podrás comenzar a trabajar.

Dekocker también advierte que el asilo se solicita en el país de entrada en la Unión Europea. En consecuencia, si llegas a España no podrás solicitarlo en Francia o Italia.

– No todos lo saben – afirma -. Muchos jóvenes, algunos alumnos míos de cuando trabajé en Venezuela, me dicen: “de haberlo sabido, hubiera volado a Francia, a Bélgica, a otros países donde es más fácil obtener asilo”. En Europa, es el primer país en el cual aterrizas dónde podrás solicitarlo. No hay vuelta atrás. Eso también dificulta un poco las cosas.

“No volverán”

Preocupa a Dekocker la coyuntura actual de Venezuela; el desarrollo de los acontecimientos políticos, económicos y sociales; la velocidad con la cual se deteriora el nivel de vida de la población.

–  El primer grupo de venezolanos que llegó al País – nos cuenta la socióloga -, se integró inmediatamente. Consiguió  un trabajo…

– No hay que olvidar que son en su mayoría profesionales, gente acostumbrada a viajar. Conocen otros idiomas, tienen un bagaje cultural…

– Para la sociedad española – continúa – era muy difícil entender, a través de quienes estaban llegando, lo que se estaba gestando en Venezuela. En fin, lo que realmente estaba ocurriendo. Decían: “No puede estar tan mal. Si estas personas no lo están, la situación en el país tampoco puede estarlo”.

– Hace 10 años, creerlo resultaba difícil también a los venezolanos…

– Llevamos 20 años diciendo que habrá un cambio – comenta -. Hoy la comunidad internacional está poco a poco reconociendo la crisis venezolana. En mi opinión, todavía hay personas que dudan: no creen que en Venezuela haya quien muere de hambre.  Consideran imposible que se pueda morir por una gripe o por una baja de tensión.

– En realidad, tampoco resulta comprensible a los venezolanos. De producirse un cambio, ¿qué pasaría con la diáspora? ¿Regresarían los venezolanos?

– Mucho dependerá de lo que acontezca – explica -. Si se abriera un rayito de esperanza…  Esta última emigración, especialmente la de los jóvenes que todavía albergan sueños, que tienen que estudiar y que la están pasando mal, podrían plantearse un regreso. Creo que si… Si algo caracteriza al venezolano es el amor profundo por su tierra. Venezuela nunca fue un país de emigrantes. Está aprendiendo.

Sin embargo, no todos son jóvenes. Y no todos emigraron en los últimos dos o tres años. Dekocker comenta:

– El primer grupo, aquel que emigró hace 20, 10 años y ya está instalado, no creo que volvería. Tiene su trabajo; los niños están creciendo y estudiando en España; algunos hasta han nacido aquí. Lo veo más complicado. No creo que se puedan plantear un regreso a Venezuela. Además, las razones de su expulsión fueron de carácter político, no sociales.

– ¿Salieron al exilio y de manera forzosa?

– Sí. Su proyecto de vida no incluía, hasta ese momento, salir de Venezuela. El miedo fue a perder, en un abrir y cerrar de ojos, todo lo alcanzado a través de años de esfuerzo, estudios y trabajo. La emigración se convirtió entonces en una estrategia de reproducción social. Es decir, la disposición a conservar e incluso a mejorar la posición de origen, en la estructura social, económica y cultural del país receptor. Venían con post-grados o doctorados. No le costaron nada a la sociedad española. Hasta vinieron con contratos ya firmados. Será muy difícil que ese grupo regrese. Estamos hablando de personas de más de 40, 50 años.

Sostiene que hoy los que se quedan en Venezuela son los mayores: los padres, los abuelos. El núcleo familiar se destruye. Como dijo el sociólogo Tomás Páez, en una entrevista a la “Voce”: “Muchos padres prefieren despedir a sus hijos en el aeropuerto a tener que hacerlo en una morgue”.

– Muchos venezolanos en el exterior lloran sus duelos a la distancia – nos dice Dekocker -. Si muere el padre, la madre o el abuelo no van a poder regresar para el último adiós. Muchos no tienen los recursos. Son circunstancias muy duras.

– Usted afirma que el fenómeno migratorio irá en aumento. Considera que no ha llegado aún el momento del regreso. ¿Cuál cree que podría  ser la reacción de la sociedad española?

– Esta es una sociedad muy solidaria; siempre lo ha sido – afirma convencida -. No creo que casos como los de Italia puedan repetirse en España. No. Eso no llegará a ocurrir. España ha hecho mucho para los venezolanos. Por ejemplo, a todos los que vienen con la nacionalidad española, aunque nunca hayan vivido en el País, el Estado garantiza la “ayuda de retorno”. El que viene con la nacionalidad española puede solicitarla. Por supuesto, no es una ayuda permanente. Y es solo para los ciudadanos españoles. Pero, aunque no seas español, y vives en el País de manera legal, tienes derecho a otras ayudas. Incluso, algunas Comunidades Autónomas, no tengo los datos exactos de este momento, ayudan a los jubilados.

– Ese es un grupo muy vulnerable

– Si – admite -. Vinieron en su momento y vivían de la pensión. Llevan tres años sin recibir un solo centavo. Se les están acabando los ahorros, si es que ya no se les acabaron. Algunas Comunidades Autónomas les están otorgando una ayuda, mientras no reciban nuevamente de Venezuela lo que les corresponde por Ley. A ningún venezolano se le está denegando la oportunidad de solicitar el asilo. Claro, solicitarlo. Otra cosa es que después se le conceda.

Sugiere que la Unión Europea, la Onu deberían estudiar la posibilidad de otorgarle a los venezolanos el “status” de refugiados o, en alternativa, que se les conceda el asilo por razones humanitarias..

– Cuando hice la investigación, hasta 2015, el venezolano se sentía integrado – nos dice -. Era bien aceptado por la sociedad española. Hoy es distinto. Muchos venezolanos la están pasando mal. Hay jóvenes durmiendo en la calle. En España las posibilidades laborales son más limitadas que en otros países y los sueldos son más bajos.

Las afirmaciones de Dekocker son producto del análisis de la realidad diaria. Su tesis doctoral versó sobre la emigración venezolana; un fenómeno que sigue analizando con interés día tras día, semana tras semana, mes, tras mes, año tras año. Los números que trae a colación; las estadísticas que desgrana una detrás de otra nos muestran la otra cara de Venezuela. Nos muestra un país que vive, trabaja, sufre en el exterior.

Sus palabras nos retraen en los años. Nos obligan a remontarnos a los recuerdos de nuestros padres, a nuestras lecturas, a nuestras experiencias como redactores de la “Voce”. Sin querer, también somos emigrantes. Lo somos a través de los cuentos, teñidos de nostalgia y de dolor, de quienes dejaron sus tierras para aventurarse hacia lo desconocido. No podemos no pensar a nuestra emigración en el ocaso del siglo XIX y en los albores del siglo XX. A la más reciente, a la que caracterizó las décadas de los ’50 y de los ’60, o a los jóvenes profesionales que hoy buscan el futuro que el “Belpaese” no les ofrece.

Italia, la misma que muestra su peor cara a los que llegan de allende el Mediterráneo huyendo de guerras y hambrunas, pareciera haber olvidado que un día ha sido país de emigrantes. Quien no conoce su pasado difícilmente podrá labrarse un futuro.

Mauro Bafile

 

DESGRANANDO CIFRAS

De acuerdo a la doctora Dekocker en el años 1998, de los 46mil 388 venezolanos que vivían en España, el 82 por ciento tenía nacionalidad española y el 12 por ciento extranjera. Al primero de enero de 2018, de acuerdo al Ine, hay 254mil 852 personas con país de nacimiento Venezuela empadronadas en España. De estas, el 55,5 por ciento posee la nacionalidad española y un 44,5 por ciento la extranjera, incluyendo la venezolana. 74 mil 563 venezolanos, el 30 por ciento de los 254 mil empadronados, llegaron al País en los últimos dos años. Como explicó Dekocker en la mesa redonda organizada por “Venezuelan Press”, “la mayoría de los argumentos iniciales ya carecen de validez para definir la realidad actual”.  

Otras cifras interesantes: en 2007 había 46 solicitudes de asilo; n 2014, 124; y en 2017, 2350.

– No tenemos cifras relativas al 2018 – admite la investigadores -. Sin embargo, estamos seguros de que no va a bajar. Por el contrario, la tendencia es a su crecimiento. España, cuando comenzó la crisis – continúa -, creó un programa que bautizó con el nombre de “Retorno voluntario”. Se ofrece a los extranjeros que así lo desean la posibilidad de regresar a sus países. Muchas inmigrantes de colectivos boliviano y ecuatoriano adhirieron a este programa. Los venezolanos, en cambio, no lo hicieron. Los que decidieron apegarse a él representan apenas 1,4 por ciento. Hablo del período que va del 2009 al 2016.

Podríamos seguir. La colectividad venezolana en España es cada día más numerosas. De ser cierta la tendencia que muestran las series estadísticas del Ine, y no hay razones para dudarlo, seguirá haciéndolo en el futuro. Venezuela, sin querer, se ha transformado de país de inmigración a país de emigración. Es una ironía, si pensamos a Italia. En el “Belpaese” está aconteciendo lo contrario. Decimos, la nación otrora de emigrantes se ha transformado en país de inmigrantes.

M.B.

 

 

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