Arte, música, luz, movimiento… y nace el sueño

HUIT5 CANELLES MuVIM 2014

MADRID- Transformar en emociones una luz, un color, un sonido y hasta un silencio. Es el trabajo artístico de José Antonio Orts, síntesis de una búsqueda infinita, de un continuo afán para lograr que lenguajes creativos diferentes dialoguen entre ellos.

Mientras contemplamos con entrega y admiración sus esculturas sonoras y nos dejamos llevar por ellas hacia un tiempo que funde el pasado más remoto con el futuro más lejano, tratamos de imaginar a ese niño que, desde muy pequeño, sintió la fascinación por la electrónica gracias a un tío que construía radios y televisores. De él asimiló conocimientos que lo llevaron poco a poco a transformar, siendo solamente un niño de 11 años, una cajita de madera en radio, es decir en un objeto que emitía voces, música, sonidos.

Nacido en Meliana, pueblo de agricultores en provincia de Valencia, de haber sido por él hubiera dejado los estudios de bachillerato para dedicar su vida a la electrónica. Por suerte la sabiduría del padre se impuso y lo obligó a terminar los estudios.

 

El amor hacia la naturaleza lo llevó a cursar la carrera de biología hasta que, tras tres años, entendió que el amor a las plantas no era suficiente para dedicar una vida a esa rama del saber.

“En ese momento viví una de las peores crisis de mi vida. Dije a mis padres que quería estudiar Bellas Artes pero, no solamente se opusieron rotundamente pensando que de nada servía estudiar las artes, sino que mi padre me dijo que, tras haber perdido tres años, lo mejor era que buscara una carrera corta para así poder empezar a trabajar”.

WÄLDCHEN: Künstlerdorf Schöppingen – Münste

El espíritu creativo de Orts se refugió en la música.

“Había empezado a tocar guitarra a los 14 años gracias a un cura y a apreciar la música gracias a mi madre que tenía una hermosa voz de soprano y un repertorio de ópera que cantaba siempre. La aldea en la cual vivíamos era muy pequeña, tenía solo dos teléfonos y no había médico, ni farmacia. Era más bien un caserío de agricultores sin mucha educación. Yo no sabía que la música se podía estudiar, que existían los conservatorios. Cuando, tras enseñarme todo lo que sabía el cura me aconsejó ir a una universidad en la cual se enseñaba música como carrera, para mí se abrió un mundo”.

 

José Antonio Orts tras dejar la carrera de biología le dijo al padre que quería estudiar música y paralelamente graduarse de maestro. Iba dos días a la semana al conservatorio y recuerda con emoción evidente su primer día en esa escuela en la cual se enseñaban las notas musicales.

“Fue uno de los momentos más fascinantes de mi vida. Cuando llegué vi que estaban tocando en todos los sitios, hasta en las escaleras. Fue muy emocionante. Tras estudiar los dos primeros cursos de solfeo y guitarra, escogí composición musical, una carrera que en España es muy larga. En el mientras me gradué de maestro”.

Klanginstallation von das Werk POEMARI für Rezitator Klanginstallation und groses SinfonieorchesterI – 2018

Durante ocho años trabajó como maestro de matemática y, cuando terminó los estudios de composición, ganó una plaza en Saragoza para trabajar como profesor de composición.

Estando allí ganó una beca para ir al extranjero y su afán por conocer mundo lo llevó a dejar la seguridad de su trabajo, con una decisión que otros consideraron descabellada, pero que a él le abrió las puertas del éxito.

Estuvo dos años en París profundizando los estudios de música y luego ganó otra beca para seguir en el conservatorio de Roma y vivir en la residencia artística de Bellas Artes.

Único compositor entre artistas plásticos sintió como resurgía en él el amor hacia el arte visual. La belleza de la ciudad eterna hizo lo demás.

“Roma para mí fue la mejor experiencia de mi vida. Estando en esa academia entendí que podía hacer todo lo que quisiera, que los únicos límites eran los que me imponía yo mismo”.

LLIBRE DELS FEITS. IVAM. Instalación sonora fotosensible..mp4

Empezó a vislumbrar las posibles conexiones entre el arte plástico y la música y en un primer momento intentó expresar esas ideas a los demás artistas.

“Pronto me di cuenta de que lo que trataba de comunicar era tan íntimo que se hacía casi imposible explicarlo. Entendí que lo mejor era hacerlo yo mismo”.

Gran Font).mp4

Empezó transformando en arte plástica las partituras. No cualquier partitura sino las que él mismo creaba.

“Una deformación que tenemos los compositores es apreciar la belleza de la música escrita, esos signos y formas que describen una melodía. Comencé a pintar inspirado en las partituras en un afán, desde esos primeros momentos, de unir ambas pasiones, el arte visual y la música. No quería abandonar el contacto con la pintura y tampoco el gesto de la música”.

Berlín 2003 DAAD Galerie, LUMENES

Realizó una serie de pinturas que eran unas partituras gestuales preparando unos cuadros grandes con una primera capa de pintura negra y una segunda de color. Luego mimando los gestos de un director de orquesta rasgaba con un ladrillo la primera capa que dejaba ver el negro que había debajo.

Tras su regreso a España montó un estudio de pintura y comenta riendo: “Mis padres pensaron que estaba un poco loco. Había salido como compositor y regresaba montando un estudio de arte. Pero yo había cambiado y sabía que podía hacer lo que quería”.

Sin embargo, esos primeros años en España y en particular en Valencia no fueron fáciles. La mirada innovadora de José Antonio Orts creaba desconfianza, su afán por crear conexiones entre música y arte plástica era considerado una excentricidad y después de unos años tuvo que volver a buscar trabajo como profesor de composición para sobrevivir. Ganó una plaza en Badajoz y viajar todas las semanas a un lugar tan alejado de su casa en Valencia, resultó muy duro. Siguió con sus creaciones y con un proyecto que unía el sonido que él mismo componía con objetos de su producción. En España no encontró a nadie que le diera la oportunidad de realizarlo, pero pudo hacerlo en Villa Arson, la Escuela Nacional de Bellas Artes de Niza, gracias al director del Instituto de Cultura francés en Valencia.

Desde ese momento el sueño de toda una vida empezó a tomar forma, el mismo director de Villa Arson, tras ver ese primer trabajo, lo incluyó en una gran exposición de arte sonoro internacional, la primera en Europa. Su obra tuvo mucho éxito porque, en lugar de ser solo una instalación sonora como la mayoría de las otras, tenía objetos que producían sonidos diferentes.

El nombre de Orts salió definitivamente del silencio en el cual lo había relegado España y siguieron muchas otras instalaciones sonoras en Francia y en otros lugares del mundo.

Las obras empiezan a incluir luces gracias a objetos fotosensibles que dialogan con el público, que reaccionan a sus movimientos. Orts juega con sonidos que a veces parecen salir de la naturaleza, de recuerdos ancestrales, a veces hablan de mundos lejanos, de la inmensidad del cosmos.

CUARTETO VERDE.. Componenetes electrónicos, células fotoconductoras, leds y hierro galvanizado

La característica que distingue la obra de José Antonio Orts de la de otros artistas sonoros es su capacidad de crear música, de jugar con los sonidos para dar emociones diferentes, para sumergir al espectador en un universo sonoro que despierta las emociones más profundas, primordiales, como el miedo, la alegría o la angustia.

“A veces, quien no conoce la música, tiene dificultad en distribuir los sonidos sin que se confundan y se tapen entre ellos. Los sonidos son reflejo de nuestros propios ritmos, la respiración, el latido del corazón, las pausas que necesita el cuerpo entre un respiro y otro, hace que cada uno construya, aun sin darse cuenta, frases rítmicas. Incluso los defectos de nuestros cuerpos producen ritmos y el cerebro percibe los sonidos que le llegan del mundo externo. A veces los encuentra atractivos, otras los percibe como amenazadores. No es lo mismo escuchar un rugido de un león que un maullido de un gato. Trabajo mucho con esos conceptos y las obras envuelven al espectador, lo transforman en parte integral, ya que reaccionan a cada movimiento de su cuerpo. Cada persona puede crear su música, es como tocar un instrumento musical”.

 

Dependiendo de las emociones que quiera suscitar aleja o acerca las piezas para que la distancia entre una y otra deje o evite pausas de silencio. Hay una transfusión de elementos temporales rítmicos y sonoros determinados por el cuerpo del espectador.

Tras el reconocimiento internacional también su ciudad le permitió desarrollar su arte y una instalación que producía acordes musicales y sonidos con los movimientos del público. En los fines de semana se enriquecía con una performance de seis bailarines, tres mujeres y tres hombres. Estos últimos llevaban unos trajes luminosos y las bailarinas unos trajes sonoros con un captor fotosensible en la garganta. Ese captor se activaba con las luces y desde unos altavoces que llevaban las bailarinas en sus manos salían los sonidos. El resultado que se obtenía era la sensación de que no eran los bailarines quienes seguían la música sino el contrario. “En realidad, la coreografía estaba estudiada al detalle. La preparamos el coreógrafo y yo”.

José Antonio Orts tras tantos años de trabajo mantiene la costumbre de utilizar sonidos acústicos mientras que la mayoría de los artistas sonoros prefiere grabarlos y luego reproducirlos a través de altavoces.

“Para mí, el sonido es algo diferente de la música, es una experiencia distinta. Cuando los sonidos son acústicos se perciben de una manera ancestral y hasta cuando uso los altavoces los transformo en un instrumento musical. Por ejemplo, si un circuito le da un golpe de energía al altavoz el sonido tiembla o es grave. Hoy en día el sonido acústico se valora poco, pero los sonidos virtuales, al contrario de los acústicos, no tienen una presencia real, esa presencia que para mí es fundamental”.

Sala La Gallera, 2005 (2)

Sumergido en una búsqueda constante, ayudado también de sus conocimientos de electrónica, Orts ha logrado transformar sus instalaciones de sonido en un instrumento más de una orquesta.

“En ese caso la instalación sonora no es sensible al espectador, sino que se transforma en un instrumento musical que sigue una partitura mía y cuya única singularidad es que puede tocar solamente para una obra”.

 

También ha hecho exposiciones mezclando poesía, sonido, luces. La primera vez lo hizo con los versos del poeta brasileño Antônio de Castro Alves más conocido como el poeta de los esclavos. Para lograrlo inventó una técnica que se inspiró en esa forma de hablar con el aliento, casi sofocada, que se puede convertir en una nota musical mediante un tubo resonador afinado. Tras recitar el poema con el aliento lo hace resonar en un tubo afinado que según la longitud se convierte en una nota musical pero también en un sonido que empieza a transformarse en palabras misteriosas.

TERRITORIO DE RITMOS SONOROS (versión definitiva)

José Antonio Orts no se cansa de experimentar, crear, mezclar diferentes lenguajes artísticos. Uno de sus proyectos es una instalación sonora que recoge la energía ambiental. La constituyen unos tubos colgados que hacen pensar en un bosque y la energía que captan de la luz del sol se transforma en una lluvia musical. Sus sonidos se desdibujan cuando hay nubes que ensombrecen y se silencian cuando llega la noche.

“Me ilusiona estar pensando en nuevas obras, crear técnicas diferentes, experimentar. Estoy trabajando con cuadros que son en realidad placas solares que captan la luz de la sala gracias a una fibra óptica que distribuyo en su superficie. Eso hace que el cuadro emita una luz que se mezcla con los pigmentos del cuadro. Es interesante notar que los colores cuando son pigmentos se mezclan de una manera, pero cuando se une la luz el resultado final es diferente. Rojo y verde en pintura da negro, con la luz da amarillo”.

No es fácil alejarse del mundo sin espacio, sin tiempo, que crea José Antonio Orts. Requiere del mismo esfuerzo que hacemos cuando la realidad de la cotidianidad nos arranca del mundo onírico de los sueños.

Mariza Bafile

Lascia un commento