CARACAS – Pastas Capri empresa venezolana que alcanza 70 años de fundada, tras el legado que dejaran sus creadores los hermanos Olivo y el cuñado Nobile, oriundos de Italia, es hoy una compañía que va más allá de las pastas y se mantiene innovando, adecuando su tecnología y reinventándose para poder llegar a la mesa los venezolanos, que trae en este aniversario además de un cambio de imagen, nuevos productos y proceso tecnológicos.
Pastas Capri, hoy Alimentos Capri, se ha convertido en un referente de calidad y variedad en el mercado venezolano de los víveres, con dos impecables y modernas fábricas de producción, una en Carrizal, estado Miranda, y otra en Barquisimeto, estado Lara.
Esta empresa que evoca la tradición y lo familiar, comenzó en 1938 como un mayorista de víveres y licores cuando Blas Olivo junto a sus hijos Andrés Blas y Juan Pascual invitan a su cuñado Emilio Nobile para asociarse. En ese momento se consolidó la compañía Olivo Hnos & Nobile Sucr. C.A que operó en la esquina de Monroy de La Candelaria, y quedó constituida como empresa multifamiliar.
En 1953 le salió a sus dueños una oportunidad para compra una fábrica de pastas que pertenecía a los hermanos Salvador y Gerardo Di Maio, cuyo pastificio funcionaba con dos prensas, una para pasta corta y otra para larga, con capacidad de producción de 250 kilogramos por hora, con secaderos estáticos de forma artesanal.
Al seguir creciendo y con el pasar de los años, Pastas Capri mudó sus instalaciones a San Martín e instaló las dos primeras líneas automáticas continuas, una de pasta larga con capacidad de 450 kg/h y otra de pasta corta de 250 kg/h. Luego en 1975 se expandieron a Barquisimeto y abrieron una nueva y moderna infraestructura para atender el centro y occidente del territorio.
La visión de sus propietarios y el deseo de modernizarse y ampliarse hacia la impresión flexográfica del material de empaque, los llevó en 1980 a mudar la planta de Caracas a Carrizal en los Altos Mirandinos, donde luego instalaron un molino de Trigo Durum para obtener la sémola, que es la principal materia prima para la elaboración de las pastas que fabrica la empresa.
En 2011 realizaron importantes inversiones en tecnológica e instalaron el primer robot antropomorfo para paletizar el producto, además de la plataforma administrativa SAP. A partir de allí, cuentan con roborts para todas las líneas y los procesos son totalmente automatizados, por lo que las personas (trabajadores) nunca tocan el producto durante todo el proceso de fabricación.
Tras siete década de operaciones y en la que una cuarta generación dirige la empresa, liderada por su presidente Simón Nobile, acompañado de José Alejando Olivo y un valioso equipo gerencial, Capri mantiene una activa producción de 48 tipos de pastas y han comenzado a incursionar en otras áreas de alimentos como tomates, salsas, aceitunas, quesos, condimentos y aceites de oliva, tras alianzas con proveedores locales e internacionales.
13 Kg per cápita
La organización cuenta con un capital humano de 380 trabajadores en sus dos plantas, más la empresa de transporte NABAL, y posee una capacidad instalada para elaborar hasta 9 mil toneladas de pastas al mes, entre pastas de extrusión y laminadas, con una participación del mercado del 17%.
Asimismo, Capri tiene una capacidad diaria para procesar 340 toneladas de trigo que importan en granos o mezclas directamente desde Canadá, México, Rusia y Brasil, dependiendo de las condiciones, explicó Laura Paz, gerente general de la empresa.
Venezuela tercer país consumidor de pasta en el mundo, llegó a registrar su mejor año en 2012 con niveles de 60 millones de kilogramos al año, pero a partir de 2015 la situación cambió cuando el gobierno se encargó de la exclusividad de la importación de trigo, reguló los precios y eso afectó los volúmenes de producción, lo que distorsionó el mercado y se sumó a la crisis y escasez que afectó a la población venezolana por algunos años.
A partir de 2019 con la autorización del gobieno para la importación directa de materia prima por parte de las industrias, comenzó a restablecerse la producción empresarial, pero en paralelo el Ejecutivo inició la importación de bienes terminados (para abastecer sus bolsas de comida popular-Clap), que afectan de manera desleal a las industrias nacionales, cuya producción actual es de 30 millones de kilos al año, para un consumo per cápita de 13 kilos.
El secreto: el secado
La gerente quien lleva 38 años en Capri y comenzó como pasante, reveló que el proceso es sencillo: sémola + agua con tecnología italiana y suiza, e indicó que en 2023 empezaron con la ampliación del portafolio, cambio de imagen y empaques, pasando a ser una compañía de alimentos más allá de las pastas.
“La pasta es un arte, el secreto es el secado de la pasta y por eso debe hacerse por etapas. Larga, corta, enroscada, especiales, y cada una tiene una línea específica (…) y la tecnología ha permitido reducir el tamaño de las líneas, pero ahora son más alta y llegan hasta 14 metros de altura, lo que ha permitido aumentar la producción hasta 18 mil kilos por hora”.
En cuanto a las expectativas de crecimiento, dijo que proyectan alcanzar un 30% para finales de año, buscando recuperar los niveles de producción que existían, pero todo dependerá de las importaciones de pasta terminada que maneja el gobierno y que inciden directamente sobre la demanda nacional.
Pastas Capri reconocida en el mercado venezolano por su calidad y extensa diversidad de especialidades, busca atacar el mercado con variedades de productos de alta calidad disponibles en supermercados independientes, cadenas, tiendas y bodegas, con el propósito de estar presente en las despensas de los venezolanos a través de las variadas presentaciones de pastas largas, cortas, para bebés y para ensaladas, tanto de las línea Premium como en la línea económica, así como con su nueva gama de víveres, aseguró el gerente de Relaciones Institucionales de la compañía, Luis de Llano.
Letizia Buttarello / Redacción Caracas
