Ferrándiz: “La popularidad de Sánchez no está en declive y la de Feijóo no logra despegar”

MADRID – “¿La evaluación de Sánchez es buena ante el conjunto nacional? No. ¿Es mayoritaria la confianza de los españoles en Sánchez? No, no lo es. Pero, hay algo más. El líder de la oposición está peor evaluado. Los españoles manifiestan menos confianza en Núñez Feijóo que en Sánchez.  El presidente del Partido Popular no ha logrado despegar la transferencia de votos. Algo está sucediendo más allá de que uno esté arriba y otro abajo”, José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipso habla con la seguridad de quien, a diario, analiza la realidad política del País. Transforma números en tendencias. Nada fácil en una coyuntura nacional tan volátil como impredecible, dependiente de las pulsiones independentistas y nacionalistas y sujeta a los efectos directos e indirectos de una guerra que se libra a las puertas de la Unión Europea.

Para Ferrandiz resulta irrelevante quién encabeza las encuestas. En cambio, considera significativo algo más que estas reflejan: “la popularidad del presidente del Gobierno no está en declive”. En otras palabras, “no hay, por un lado, a un jefe de Gobierno en caída por desgaste y, por el otro, a un líder emergente”. Precisa que, para que la derecha pueda ganar en España, tienen que darse tres condiciones.

– La primera – nos dice -, es que no haya más de dos fuerzas políticas en el bloque conservador. El sistema político español castiga su fragmentación. La segunda, es que se produzca una desmovilización importante en la izquierda. Y, la tercera, es que se origine un trasvase de votos del bloque de izquierda hacia el de derecha.

Después de señalar las condiciones “sine qua non” para que los conservadores puedan aspirar al triunfo, profundiza en su explicación.

– La primera condición ha sido alcanzada – nos dice -. Pero, no por mérito de Feijóo. Ha sido por desmérito de Ciudadanos. Este partido creció con la crisis económica y social de 2015. Ahora, se ha descompuesto. La mayoría de su electorado, cuyo origen era el Partido Popular, está regresando a la matriz. La segunda, demoscópicamente sí. Pero, no creo que sea real. Hay que entender que cuando tu partido está gobernando, la tensión electoral es menor. No tienes prisa.

Comenta que estudios en esta materia revelan que, “cuando el partido por el cual simpatizas está al Gobierno, no tienes razones para querer que se acuda al voto”. Y eso es precisamente lo que reflejan las encuestas.

– Todo lo contrario, ocurre en el Partido Popular y Vox – continúa – Están muy movilizados porque quieren cambiar el gobierno. Por esto las encuestas arrojan una gran movilización de la derecha y la desmovilización de la izquierda. Considero que es un fenómeno coyuntural.

Respecto de la tercera condición, estima que ya es impropio hablar de partidos. Lo correcto es referirnos a “bloques”.

– Con el “multipartidismo” – explica -, se han acabado las mayorías absolutas.

– Con Rajoy se ha cerrado un ciclo… la etapa de los gobiernos “monocolor” …

– Lo que llamábamos “bipartidismo imperfecto” ahora lo traduzco en “bloquismo imperfecto” – comenta -. Hace falta un tercer bloque. Este, en mi opinión, está constituido por los independentistas, los regionalistas…

– Se tiene la sensación de que los socialistas, al momento de buscar alianzas, no la tienen tan difícil como los populares. A su izquierda hay partidos afines en muchos aspectos. Además, tienen espacios en los cuales entenderse con independentistas y nacionalistas. El Partido Popular, en cambio, ya no tiene una organización política de centro con quien aliarse. Y a su derecha sólo hay Vox, un partido xenófobo, racista y nostálgico que no esconde su simpatía por el pasado franquista…

– En primer lugar – destaca -, en la izquierda hay una fragmentación mayor.  El voto ya no va sólo al Psoe o a Podemos. Hay otras opciones. Por ejemplo, Más Madrid. Además, cada región tiene sus partidos, la mayoría son de centroizquierda. El bloque de la derecha se presenta menos fragmentado. Hay algún partido regional; pero, son sobre todo dos: el Partido Popular y Vox

– Aznar logró gobernar con el apoyo externo de partidos nacionalistas y hasta independentistas…

– En realidad – nos corrige -, cuando Aznar pactó con ellos todavía no eran independentistas. Eran nacionalistas… el PNV, en el País Vasco, y Convergencia Unió, que ahora son Junts, un partido independentista. Aznar, en la primera legislatura – añade – gobernó sin problemas. Fue lo que le permitió alcanzar la mayoría absoluta en las elecciones siguientes.

Comenta que Aznar, en su segundo gobierno, ya no es tan conciliador. En opinión de Ferrándiz, muchos problemas políticos de nuestros días se arrastran desde entonces.

– Aznar – afirma – tensionó mucho la distribución territorial. Concretamente en Cataluña. El hecho de que Ciudadanos se haya descompuesto y haya provocado una fragmentación de la derecha permite al Partido Popular encabezar las encuestas. Si observamos los números en las últimas dos elecciones, incluso en las últimas tres, nos percatamos que hay 11 millones de españoles en el bloque de izquierda y otros 11 en el de la derecha. Alrededor de tres millones de españoles constituyen un tercer bloque. Esta realidad no ha sufrido variaciones sustanciales.

En consecuencia, hay un equilibrio entre los dos bloques principales, en el de la izquierda y en el de la derecha. Es aquí donde, nos comenta Ferrandiz, “intervienen otros elementos”.

– Por ejemplo – precisa -, la presencia de Vox. Como señalas, el Partido Popular no tendría más opciones que pactar con la ultraderecha. Pues, sí y no. A ver, si los populares fueran capaces de quitarse la rémora de Vox; si se “comieran” a su electorado, algo no imposible porque los electores de Vox provienen de las filas de los populares, podrían aspirar a la mayoría absoluta. Y, en todo caso, quedaría la opción del Partido Nacionalista Vasco, el cual es conservador. De hecho, apoyó a Rajoy en su oportunidad. No obstante, para que se pudiera dar esa posibilidad, Vox debería estar en vía de extinción. Sabemos que no es el caso. Con lo cual, al Partido Popular sólo queda la opción de obtener la mayoría absoluta con Vox. Es la razón de su discurso ambiguo.

Los sondeos, fotografías del momento

Las oficinas de Ipso, en la Avenida de Llano Castellano, ocupan un piso enorme que las paredes blancas y los ventanales se encargan de ampliar aun más. Nuestra conversación, en cambio, se desarrolla en una salita, pequeña y confortable, desde la cual podemos observar decenas de jóvenes y menos jóvenes ocupados en sus quehaceres. Hay quien revisa hojas, tal vez tratando de dar significado a números que, para nosotros acostumbrados a letras y palabras, resultarían indescifrables; hay quien, frente al ordenador, navega en la web o teclea rompiendo el silencio del salón; y hay quien conversa en voz baja, casi un susurro, con su vecino. Ipso es una empresa demoscópica conocida en todo el mundo. Tiene su “cuartel general” en Francia y oficinas casi en todos los países de los cuatro continentes: desde Australia hasta Estados Unidos; desde Argentina hasta Japón; desde India hasta China; desde Kosovo hasta Italia, Alemania, Inglaterra y pare usted de contar. Son precisamente las encuestas electorales las que motivan nuestra conversación con Ferrándiz. ¿Cómo se leen los resultados de una encuesta? ¿Tienen relevancia los sondeos mensuales, cuando faltan meses para las elecciones autonómicas? Trasladamos nuestras dudas al experto quien nos dice inmediatamente que los sondeos son fotografías del momento. Su utilidad crece si los transformamos en fotogramas de una película. Un símil para decirnos que es importante no el momento sino la secuencia.

 

– Nosotros – aclara – hablamos siempre del pulso de la sociedad. Los barómetros son la repetición periódica de sondeos. Son fotos fijas. Sin embargo, si ponemos esas fotos una detrás de otra, como las hojas de un libro, y las pasamos rápidamente nos cuentan una historia; una historia fácil de entender. En cambio, si sólo ves una foto… no entiendes… Fuera de periodos electorales, y hasta en periodos electorales, el resultado que arroja una encuesta es lo de menos. Te puede indicar que el Partido Popular está en el 24 por ciento y el PSOE en el 23 por ciento. ¿Y qué? ¿Qué significa eso? ¿Por qué uno está en 24 por ciento y otro en 23 por ciento? Al margen de lo que dicen unas u otras encuestas, no dejan de ser interpretaciones.

Añade que, además, detrás está la famosa “cocina”; la manipulación de la que se habla en términos despectivos.

– Sabemos que hay datos que son sesgados porque en la sociedad hay sesgos – advierte -. Hay que ir a las “tripas”, a la evolución de los datos. Aquí, creo, es donde empieza realmente lo interesante. Hablemos del caso concreto actual que vivimos en España. Lo que más me llaman la atención son dos elementos. El primero, Sánchez, llega al Gobierno en 2019, después de una repetición electoral. Era un líder que estaba prácticamente denostado… Su liderazgo estuvo puesto en tela de juicio por el partido.

– Siempre se habla de su famoso viaje en carro por toda la geografía nacional…

– Así es – continúa -. De repente, gana otra vez la secretaría general. Pero, da igual. No olvidemos que los electores, cuando vuelve a ser secretario general del PSOE, no estaban con él. Su liderazgo comienza con la moción de censura que le permite llegar al Gobierno. Hubo un tiempo en el cual no parecía tener la personalidad carismática que esgrime hoy.

– Pero tenía y tiene olfato político…

– No le era reconocido – comenta -. Nadie esperaba que fuera a ganar de nuevo la Secretaría General del Partido. Sin embargo, cuando ya es presidente del Gobierno, por la moción de censura, ahí la gente empieza a considerarlo realmente un líder. Suele suceder.

Señala que “lo más sorprendente que indica la evolución de las encuestas, es que, con todo lo que ha pasado desde enero de 2019, su popularidad no ha cambiado”. De hecho, constata que, “de acuerdo con las encuestas, se ha mantenido”. Y lo ha hecho contra vientos y mareas. Decimos, a pesar de la pandemia que “polariza y tensa mucho la sociedad”; de la recesión económica por efecto de la crisis sanitaria y de la inflación consecuencia de la guerra en Ucrania. También a pesar de los reveses que el Psoe ha sufrido en Castilla y León y, sobre todo, en Madrid y en Andalucía.

Campo vs Ciudad

En uno de los capítulos de su libro “Democracia de Trincheras”, Lluis Orriols, profesor y vicedecano de estudios de Ciencias Sociales en la Universidad Carlos III de Madrid, nos habla de una investigación realizada por la Universidad de Harvard en la cual se pone el acento en la relación entre la distribución geográfica del electorado estadounidense y su credo político. Escribe:

“Los resultados confirman que la mayoría de los estadounidenses vive en una burbuja ideológica, con escasas interacciones con personas que no piensan como ellos: los votantes demócratas suelen vivir en zonas urbanas de alta densidad demográfica y los republicanos en zonas rurales”.

Extrapolando lo escrito por el profesor Orriols, y tomando en cuenta la orientación política de los demócratas y de los republicanos en los Estados Unidos, podríamos afirmar que el electorado progresista se concentra tradicionalmente en los núcleos urbanos al tiempo que el conservador en las áreas rurales. De ahí, nuestras dudas: ¿de acuerdo con el sistema electoral español, de qué manera afecta la distribución geográfica del electorado? Lo preguntamos a nuestro entrevistado quien, ya de entrada, nos dice que “en España, en realidad, hay 52 elecciones, una por cada provincia”.

– Se reparten 350 diputados – continúa -. La Constitución, en realidad, establece que el Congreso podría tener entre 300 y 400. Se distribuyen asignando uno a cada una de las provincias. A partir de ahí, en función de la población, se van sumando los demás, ¿Qué es lo que pasa?

Explica que el sistema electoral en España se estableció en plena “transición”. Es decir, cuando el país recién salía de la dictadura.

– Alguno de los padres del sistema electoral lo han llamado “maquiavélico” – señala sonriendo -. Se elaboró con el miedo de que, después de la dictadura, sobre todo el Partido Comunista, que más oposición interna había hecho a Franco, pudiera obtener un resultado espectacular en esas primeras elecciones. Por eso, pensaron otorgar más peso del que le correspondía realmente a las zonas más conservadoras: las rurales – continúa -. Las primeras elecciones fueron ganadas por un partido de derecha moderada. El PSOE obtuvo un buen resultado, sin lograr el triunfo. Y, por supuesto, el Partido Comunista no logró lo que esperaba. Ese sistema electoral se ha mantenido hasta ahora.

Explica que en la que se ha bautizado con el nombre de “España vaciada”, las área más rurales y también más conservadoras, “se reparte alrededor de un tercio de los diputados”.

– Por lo tanto – nos ilustra -, los partidos de centroderecha parten con cierta ventaja en circunscripciones pequeñas y medianas, en las cuales la proporcionalidad salta por los aires. Pongo un ejemplo muy representativo de lo que pasa en esas pequeñas y medianas circunscripciones en las que se atribuyen de tres a cinco diputados. En las elecciones generales, la barrera mínima está establecida en un tres por ciento. Todo aquel partido que no lo consigue, no entra en el reparto. Esa es la barrera legal. No obstante, hay otra barrera: la real. En muchas de estas circunscripciones, incluso con el 15 por ciento de los votos, no logras obtener representación. Tal y como está el sistema electoral, de esos tres diputados tradicionalmente el partido Popular y el PSOE se repartían dos. El tercero se atribuía a los populares o a los socialistas. Los que venían detrás se quedaban sin representación. De esta manera, se está propiciando el bipartidismo, que Partido Popular y PSOE sean siempre mayoritarios y que Izquierda Unida, o lo que es el Partido Comunista, pues quede fuera.

¿Qué pasa con el multipartidismo?, se pregunta retóricamente Ferrándiz para contestarse:

–  Pues fíjate, el multipartidismo entra en escena cuando aparecen Podemos, Ciudadanos y, más tarde, Vox y Más País… otras fuerzas políticas. Imagínate en las circunscripciones de tres diputados. Ya obligatoriamente dos van a estar fuera. De las otras, en el mejor de los casos entran las tres o solo dos. Significa que el 40% del voto se está quedando sin representación. Así, tienes una imagen del Parlamento diferente a lo que la sociedad representa con respecto a la pluralidad.

Sostiene que el sistema electoral español, da mucho más peso a la pequeñas y medianas circunscripciones, en las cuales muchas formaciones políticas no están presentes porque aún no tienen implantación territorial. Es el caso, por ejemplo, de Podemos y Ciudadanos. En consecuencia, el sistema electoral favorece al PSOE y al Partido Popular.

– Por esto – comenta – es muy importante la tercera plaza porque la cuarta probablemente se queda fuera. También por eso es muy importante la competición entre Vox y Unidas podemos. Es un juego de suma cero. Lo que no gane Vox lo va a ganar Podemos y va a sumar al bloque de la izquierda.

– De acuerdo con esto, la idea de Yolanda Díaz de construir un “contenedor transversal” en el que puedan tener cabida todas las formaciones progresistas permitiría evitar la fragmentación de un sector de izquierda y aprovechar mejor el reparto de los escaños.

– Efectivamente – coincide -.  Es lo que ha pasado en Italia. Unidad e izquierda parece un oxímoron. Iñigo Errejón lo veía muy claro cuando hablaba de la competencia virtuosa de la derecha. Se refería a que la derecha puede estar fragmentada, puede pelearse; pero, cuando toca participar a elecciones, se junta como un solo hombre. Es pragmática. Lo hemos visto recientemente en Andalucía.

– Llama la atención que hasta cuando gana, la izquierda tiene dificultad para lograr un acuerdo…

Comenta que el electorado de izquierda suele ser muy crítico. En su opinión, “cuando no hay una pulsión de cambio fuerte”, un electorado de centroizquierda podría hasta conformarse con un gobierno de derecha.

– Es lo que, en cierta medida, pasó en Madrid con Ayuso – señala -. Consideraba que la situación económica de Madrid, lo digo por estudios de opinión, no estaba tan mal. Por supuesto, no vota a Ayuso; pero se queda en casa.

En casa de la derecha

 El diálogo con Ferrándiz, a medida que avanzan las agujas del reloj, abandona toda formalidad para transformarse en una conversación amena. Teníamos una batería de preguntas y un orden bien establecido para cada una de ellas. Mas, el rumbo que toma la entrevista, al cual nos obliga el carácter afable de Ferrándiz, da al traste con nuestras intenciones. Planteamos los argumentos presentes en nuestra guía, por supuesto; pero, los hacemos sin un orden racional. Con la espontaneidad de un intercambio de ideas sin protocoles. Del ámbito de la izquierda saltamos al de la derecha. Partido Popular y Vox. Parecieran condenados a entenderse.  Hay matrimonios que matan y, sin embargo, resultan inevitables. Los populares están consciente de que, para gobernar, tendrán que pactar con la derecha a su derecha. Decimos, aquella que se caracteriza por sus pulsiones xenófobas, racistas, homófobas sazonadas de nostalgia mal disimulada por el pasado franquista. Sólo un milagro, habida cuenta de un electorado atomizado, permitiría a los populares re-editar un gobierno “monocolor”. Así como el Partido Popular sabe que la alianza con la extrema derecha será necesaria, a Vox no escapa que su respaldo a los populares será imprescindible en un futuro gobierno conservador. Por ahora tensa la cuerda, en las regiones en las cuales gobierna con el Partido Popular. Y, como hizo con Pablo Casado, busca llevar a Nuñez Feijóo a su terreno: la radicalización del discurso político ¿Será suficientemente hábil el líder conservador para no caer en la trampa? En Génova confían en su experiencia, adquirida tras años de presidencia de la Junta de Galicia; pero, no es lo mismo gobernar una región que gobernar un país.

– No solo eso – precisa Ferrándiz -, gobernó por mayoría absoluta durante tres legislaturas. No digo que no haya sido por sus méritos; pero, mucho influyó la cultura política y tradición de Galicia. El Partido Popular defiende un nacionalismo gallego; un nacionalismo conservador que allí gusta. Núñez Feijóo ha hecho lo que ha querido. Y eso, en mi opinión, es una desventaja. Ganar por mayoría absoluta te resta una cosa: la necesidad, que siempre existe en política, de dialogar, de discutir, de estrechar pactos…

– Debería tener, como la tiene Yolanda Díaz, la capacidad de sentarse a discutir con sus adversarios, con los sindicatos, con la patronal… o con los dos juntos…

– Pero si nunca has tenido que sentarte y siempre has hecho lo que has querido; pues, no sabes cuánto es necesario – comenta -. No has tenido a Vox, ni siquiera has debido competir electoralmente con alguien en tu espacio. Lo has tenido todo. Ahora, es necesario dialogar y hacerlo con alguien que te está quitando votos que consideras tuyos. En Madrid se tenía la idea que Feijóo era un moderado y un buen gestor. Ahora – continúa -, está decepcionando a mucha gente, a muchos electores. Han visto sus debilidades y sus flaquezas. Eso le está impidiendo crecer electoralmente… demoscópicamente, cuando menos. Es algo parecido a lo que pasó a Casado. Cuando un líder político ve que no empieza a despegar en las encuestas, crecen los nervios. La estrategia salta por los aires y empieza la táctica, el cortoplacismo. Le pasó mucho a Casado; puede ocurrirle a Feijóo.

– En los partidos hay sectores moderados y sectores radicales: “palomas y halcones”. Feijóo tiene adversarios externos; pero, también los tienes en su mismo partido. Por ejemplo, Díaz Ayuso quien tiene ambiciones que van mucho más allá de la Comunidad de Madrid.

– Hablando de las encuestas – comenta Ferrándiz -, creo que Feijóo hizo una lectura equivocada. Para poner en contexto a los lectores, ¿cómo llega Feijoo a la Presidencia del Partido Popular? Por una crisis interna. Y una crisis emocional, en mi opinión, muy fuerte en un electorado que no está acostumbrado a ese tipo de conflicto.

– Es verdad, Feijóo es proclamado presidente de los populares por un error de cálculo de Casado. Este denuncia presuntas irregularidades de Isabel Díaz Ayuso en la gestión de la Comunidad de Madrid. No esperaba su reacción y menospreció, o calculó mal, el apoyo del que gozaba en Génova. Con razón o sin razón, fue el denunciante, a la postre, el que tuvo que marcharse. Todos les dieron la espalda, hasta las personas de su mayor confianza.

– Casado – explica – no supo leer las encuestas de su propio partido. No lograba despegar. Cuando lo hizo, fue por efecto del triunfo de Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y no, como pensaba, por sus méritos. Entonces, decide enfrentarse a la persona que los electores consideran la única capaz de plantar cara a Sánchez.

Ferrándiz considera que Núñez Feijóo está cometiendo el mismo error. A saber, llega a la presidencia del Partido Popular porque, al renunciar Casado, “todos consideran que tiene el perfil que necesita el partido: una trayectoria política en Galicia, donde ha ganado y con mayorías absoluta, y fama de moderado”.

– A Casado nadie le conocía realmente, más allá de ámbitos madrileños muy concretos – añade -. Pero a Feijóo sí.  Es la catarsis. Aparece Feijóo y el Partido Popular se dispara en las encuestas.

– ¿Todavía se mantiene el efecto Feijóo?

Afirma que Núñez Feijóo, cuya popularidad no crece, se está enfrentando a un adversario, Pedro Sánchez, cuya aceptación, a pesar del desgaste de tres años de gobierno, sigue alta, lineal, sin altibajos.

– Si bien es verdad que mucho lo ayudó la política expansiva de la Unión Europea, también lo es que Sánchez decidió apostar en una orientación económica muy distinta a la que otros gobiernos siguieron en época de crisis. En su segundo mandato, José Luis Rodríguez Zapatero, enfrentó el estallido de la burbuja inmobiliaria con políticas de austeridad. Y Mariano Rajoy hizo lo mismo en 2013, el punto álgido de la crisis económica: su reforma del mercado laboral facilitó los despidos. El presidente Sánchez, en cambio, enfrenta la crisis provocada por la pandemia, antes, y por la guerra, después, con políticas expansivas y de protección de la clase media y trabajadora. Los españoles todavía no perciben los efectos positivos de las políticas económicas. Es probable que lo harán en los próximos meses cuando se estima que asistiremos a una mejora en la calidad de vida, a la creación de nuevos puestos de trabajo y, lo que es más importante, a una reducción de la tasa de inflación. ¿Qué efectos podría tener en el elector?

– La guerra en Ucrania, y el resultante incremento de la inflación – nos dice – ha roto el esquema que tenía Sánchez en la cabeza, con los fondos de la Unión Europea.

– Su gobierno tuvo que enfrentar los efectos sanitarios y económicos de la pandemia, la destrucción provocada por la erupción del volcán en La Palma y, ahora, la crisis provocada por la guerra…

– Lo más sorprendente, en mi opinión – señala -, es la estabilidad de su popularidad. Con todo lo que ha ocurrido… La economía, en las decisiones electorales de la gente – comenta -, es fundamental. La inflación, con su pico en diciembre, no le ha restado apoyos. Una mejora de la economía – asegura – le quita el argumento principal a la derecha. Las tres crisis consecutivas que hemos vivido… Cuando se produjo la gran recesión, que le pilló al PSOE con Rodríguez Zapatero en el Gobierno, al preguntar si un gobierno del Partido Popular lo haría mejor, hasta los electores del PSOE contestaban que sí. De hecho, eso permitió al Partido Popular de Rajoy obtener un resultado electoral histórico en 2011.  Cuando llega la pandemia, los encuestados, a la pregunta: ¿esta crisis sanitaria la hubiera gestionado mejor un gobierno del Partido Popular?, reconocían que no. Y hasta había quien contestaba que lo habría hecho peor. Eso ayuda a entender por qué, durante ese tiempo, Sánchez aguantó tan bien. Y aguantó tan bien el Partido Socialista.

Nos dice que habría que proponer ahora la misma pregunta a los españoles. Decimos, ¿un gobierno del Partido Popular, en un momento de crisis como el que vivimos, lo haría mejor que el actual?

– Todavía no tengo la respuesta – confiesa -. Mi intuición es que el electorado que apoya la izquierda dirá que no. Y el que apoya la derecha lo contrario. Pero lo va a decir con la boca pequeña. Es un electorado movilizado. Pero, no considera que Sánchez, en materia económica, lo esté haciendo mal. Sobre todo, porque los líderes de la Unión Europea afirman que España lo está haciendo bien.

– La imagen de Sánchez a nivel europeo es la de un líder nacional con el cual relacionarse…

Poder relacionarse con Macron, con Schulz – comenta -… En España no había pasado nunca. Es el primer jefe de Gobierno que escuchamos hablar en inglés. Zapateros, Rajoy…, cuando había Consejo de ministros europeo, quedaban aislados. Se auto aislaban por el problema del idioma. Hay corrillos – asegura – donde se resuelven problemas. Es fundamental para un político saber inglés y poder estar en esos corrillos. Y Sánchez lo está. Eso no se le puede negar. Ni siquiera pueden los de la derecha. Sabemos que no va a haber voto de la derecha que se desvíe por esa causa. Lo importante para Sánchez es que los suyos no se desmovilicen.

– Las regionales se realizarán antes de las generales. ¿Qué efectos psicológicos podrían tener los resultados de las regionales sobre las generales? El PSOE gobierna en 10 provincias. Va a ser muy difícil que pueda volver a ganar en todas ellas…  ¿Qué efectos puede tener para el PSOE perder alguna región y para el Partido Popular no ganar en todas las que espera?

 – El Partido Popular está intentando crear la idea de un cambio de ciclo – nos dice -. En fin, que el ciclo socialista se ha acabado y ahora hay un ciclo de derecha. De aquí, la obsesión por insistir en que “nosotros vamos primero en las encuestas”, etcétera, etcétera. Por otro lado, lo que dices… el PSOE ganó mucho poder territorial en las últimas elecciones… Es verdad, mantener ese poder va a ser complicado. El PSOE puede perder alguna región o alguna alcaldía. Y con eso contribuir en reforzar el discurso de la derecha. Emocionalmente, tiene importancia. La tiene porque uno puede motivarse mucho más y el otro desmoralizarse. Sin embargo, si el resultado del Partido Popular no es tan bueno como el que estaba anticipando, es posible que se empiece a hablar de continuidad. Y no precisamente la de Feijóo.

Y trae a colación lo ocurrido en los Estados Unidos en las “mid-term elección”. Los republicanos esperaban la debacle de los demócratas. No fue así. Para Donald Trump, quien esperaba anunciar inmediatamente su candidatura a la Casa Blanca, y sus seguidores, fue una ducha fría.

– Es difícil  llegar a la cima; pero, lo es aún más mantenerse en ella.

– Claro – admite -, cuando tuviste mucho poder, mantenerlo no es fácil. Por eso creo que, en función del resultado en las regionales, Sánchez va a decidir la fecha de las generales. Puede que intente alejarla todo lo posible de las regionales, o, por el contrario, acercarla.

Concluye subrayando que, de estar los populares obligados a llegar a acuerdos con Vox para gobernar en las regiones, Sánchez pueda tratar de alejar las generales para que, en ese tiempo, los populares “se vayan cocinando” y así poder decirles a los electores: “¡cuidado esto es lo que viene después. Fijaros…”.

Bafile Mauro

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