MADRID – Ciudadanos se enfrenta a su peor pesadilla. Nacido como partido de orientación liberal, colocado en el centro del espectro político nacional, pareciera haber perdido su norte. Y, después de haber sido arrastrado por los vientos derechistas, busca ahora enderezar su rumbo para evitar el naufragio. Las bases, o lo que queda de ellas, han sido llamadas a votar para decidir el modelo de partido que desean. O, lo que es lo mismo, su identidad futura. En fin, has sido llamadas a refundar el partido cuyo destino, en sus inicios, era ser “bisagra” entre el Psoe y el Partido Popular. Las ambiciones desmedidas de Albert Rivera, quien pensaba poder transformarlo en el principal adversario de los socialistas, le jugaron una mala pasada.
Las pugnas internas para su control podrían terminar de hundir el barco a la deriva. Las candidaturas principales han exacerbado las polémicas. El riesgo es que la corrientes antagónicas decidan superar la linea roja; que las desavenencias se tornen insalvables y provoquen la división del partido; y que la división termine en atomización.
Muchos se preguntan si, una vez que se sepan los resultados, podrán cicatrizar las heridas provocadas por la reyerta electoral. ¿Será capaz el equipo ganador de reunificar lo que queda de Ciudadanos, para encarar el año electoral? La corriente que lidera Inés Arrimadas y la que encabeza Edmundo Bal deberán abocarse al nuevo proyecto. Y olvidarse de las descalificaciones, las acusaciones recíprocas y el lenguaje hostil que ha caracterizado esta breve campaña electoral interna. La alternativa es la desaparición del mapa político nacional. Ha pasado con otros partidos. Lo enseña la historia.
Mientras en Carrera San Gerónimo los líderes de la tolda naranja se preparan al escrutinio de la base, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha disfrutado de un baño de masa en la sede de la Unión General de los Trabajadores. La conferencia inaugural de la Jornadas Confederales de Acción Sindical de la UGT permitió a Sánchez, aunque por pocas horas, olvidar los sinsabores de tres años sorteando todo tipo de dificultades. Decimos, los estragos de una pandemia, la destrucción de un volcán en erupción y las consecuencias de una guerra lejana, pero no lo suficiente. Ahora enfrenta el desafío de una campaña electoral toda en subida.
Sánchez, en su intervención, ha garantizado que mantendrá “la dignidad de los salarios y de las pensiones” y prometió buscar equidad en la política fiscal. Sobre todo, afirmó que defenderá la democracia y los derechos de los trabajadores.
“El salario mínimo Interprofesional – dijo – va a subir”.
También comentó que “el apocalipsis no ha llegado y no llegará”, en referencia directa al presidente de los populares que cuestiona, cada vez que puede, los éxitos en materia económica del gobierno. Sánchez recordó las medidas recesivas aplicadas en 2013, bajo el cobijo del “mantra neoliberal”, para desgranar las políticas económicas aprobadas por su gobierno: desde el “escudo social” hasta la Reforma Laboral.
A la izquierda del Psoe sigue el debate abierto por Pablo Iglesias. El ex líder, ahora retirado de la arena política, exhortó a la izquierda a la unidad. Irene Montero se encargó de aclarar los conceptos de su compañero de vida. De hecho, pidió a la vicepresidenta Yolanda Díaz apurar la construcción de Sumar para negociar los términos de la coalición.
Montero, de esta manera, dejó claro que no habrá subordinación y que Podemos no integrará el gran “contenedor” que Díaz trata de construir. Precisó que la aspiración de Podemos es poder constituir una alianza electoral para enfrentar el reto que representan las municipales y autonómicas, antes, y las regionales, después.
Por último, cabe destacar la elección de Cándido Conde-Pumpido a la presidencia del Tribunal Constitucional. El voto de María Luisa Segoviano ha sido determinante para que la balanza se inclinara a favor del veterano magistrado. Vicepresidente ha sido elegida Inmaculada Montalbán. Su elección rompe con una larga tradición. Una norma no escrita, hasta ahora siempre respetada, establecía que de ser presidente del Tribunal un miembro de la corriente progresista, el vicepresidente sería un magistrado conservador. O viceversa. No ha sido así, en estas elecciones.
Tras asumir el cargo, Conde-Pumpido, de acuerdo con lo reseñado por EuropaPress, ha dejado claro que la “Constitución no permite ni la secesión ni la independencia ni la autodeterminación”.
A.T./Redacción Madrid