CARACAS – El nivel de desarrollo de un país bien puede medirse por los hábitos lectores de su población. Por lo general, los países cultos del primer mundo hacen gala de una población que se interesa por la lectura, que no se queda con los superficiales ruidos mass mediáticos, sino que va más allá, hurga y se interna en los vericuetos de la creación intelectual y literaria. Obviamente, una ciudadanía ilustrada siempre es garantía de que las cosas funcionarán mejor en una sociedad.
La data estadística que presentamos a lo largo de este informe, y que sienta sus bases, abarca el período comprendido entre 2011 y 2013. Se solicitaron -para la sustanciación de este reportaje- números más recientes a la Cámara Venezolana del Libro (Cavelibro), ente que extendió sus excusas, informando que no dispone de cifras actualizadas.
Como es natural, los procesos reflejados en los números que siguen pueden (y deben) haber mutado, pero no declinamos presentarlos, ya que consideramos que -en todo caso- las cifras que nuestros lectores encontrarán en las líneas subsiguientes pueden ilustrar de manera suficientemente abarcadora cuáles son las tendencias que rigen a nuestro enrevesado mercado editorial, más allá de que hoy las verdades puedan ser otras, como –en efecto- nos atrevemos a presumir. La situación país ha empeorado sensiblemente: lo natural es que también lo haya hecho este mercado.
El libro en Iberoamérica
El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) liberó en 2014 un informe titulado así: “El libro en cifras. Boletín estadístico del libro en Iberoamérica”. Allí se encuentran algunos datos muy relevantes. En toda América Latina, se editaron 194.009 títulos al cierre de 2013, con Brasil a la cabeza (85.809), seguido por México (29.474) y Argentina (27.757). Venezuela editó sólo 3.614. Pero España sumó –ella sola- 92.824 y Portugal un total de 19.060. Para toda Iberoamérica la cifra remontó en 2013 hasta los 305.893 títulos editados.
“En 2013, la Unión Europea presentó los resultados de la segunda encuesta de cultura, acceso y participación, a través del informe especial de Eurobarómetro. La encuesta se realizó a 26.563 personas de los 27 países miembros. Se indagó sobre nueve actividades culturales realizadas en el último año. La actividad cultural más recurrente que llevaron a cabo los europeos en el último año, según la frecuencia de al menos una vez al año, fue ver o escuchar un programa cultural en televisión o en radio (72%), seguido por la lectura de libros (68%) e ir al cine (52%). El 37% de los europeos afirmó haber leído libros en más de cinco ocasiones en el último año; de tres a cinco veces, el 12%; de una a dos veces, el 19%; y en ninguna ocasión, el 32%”, se puede leer en el informe. Es notorio cómo en Europa hay un hábito lector muy acendrado y hondo.
En la “lectura de al menos un libro en el último año 2013”, destaca Italia con 56%, a la par de Polonia y Croacia, sólo por debajo de España y Hungría (60%) y por encima de Malta y Bulgaria (55%). Este indicador lo encabeza Suecia con 90%, seguido por Países Bajos (86%) y países como Dinamarca (82%), Reino Unido (80%) y Alemania (79%).
¿Lee usted los libros que compra?
El escritor, periodista y editor, Sergio Dahbar desempeñó por años un papel esencial en la prensa criolla como Editor Adjunto del diario El Nacional. Al cerrar ese capítulo de su vida profesional, decidió dedicarse a la edición de libros, afán que lo ocupa desde hace varios años, con su propia editorial, primero llamada Cyngular, y desde hace algún tiempo sencillamente Dahbar Editores.
Dahbar garantiza que hoy se venden más libros en Venezuela, pero dice no estar totalmente seguro de que eso implique más lectura en nuestra población. Es decir, el experto no puede dar fe de que los libros que se colocan sean luego leídos por sus compradores, pues dice que hay mucho de moda y esnobismo en este boom de los libros en Venezuela. En el caso de Dahbar Editores –se constriñe a lo que conoce-, sí cree que quien compra sus libros se aproxima -al menos- a la obra, pues se trata de un target culto, de buen poder adquisitivo, que viaja eventualmente, maneja varios idiomas, cree más en la medicina que en la santería, etcétera.
Dahbar comenta que se vende hoy muy bien la historia (con autores como Inés Quintero, Tomás Straka o Elías Pino Iturrieta), análisis político (Leopoldo Castillo, Luis Pedro España o Colette Capriles), y –claro- el periodismo (Nelson Bocaranda, Eduardo Rodríguez o Shirley Varnagy, son buenos ejemplos). El país busca claves allí para entenderse a sí mismo.
En pie de guerra
Pero Ricardo Ramírez Requena, con una trayectoria de 18 años como librero, y hoy parte del equipo de la editorial de la UCAB, nos dice que la situación de la industria del libro actualmente en Venezuela es realmente catastrófica, “y creo que va a ser peor”. Resalta cómo las editoriales importantes han ido saliendo del país, y pone la lupa en los múltiples problemas que imponen no sólo la carencia y altos costos del papel, sino de otros materiales como tinta, planchas y cartulinas.
Ramírez Requena relata, sin embargo, que la editorial de la UCAB sigue imprimiendo (en buena medida libros de cátedra), tratándose de un negocio suficientemente sostenible. O sea, para la UCAB no es ir a pérdidas seguir produciendo libros, aunque no se trate de una producción demasiado masiva, al final de la jornada.
Monserrat Bertolotto es propietaria de la librería Entrelibros, situada en Los Palos Grandes. Menuda, nervuda y de ojos amplios como ventanales, nos recibe cordial una mañana radiante de cualquier día de semana caraqueña. Rodeada de fragantes tomos que se pasean por temas variopintos, Bertolotto dice que -por supuesto- el negocio editorial en Venezuela se ha visto mermado sensiblemente.
Pero resalta que sí tenemos un público lector, y pone sobre la mesa que todo el problema con el éxodo de editoriales extranjeras ha derivado en un incremento de la actividad editora vernácula. Nos da un paseo por sus anaqueles y nos muestra algunos libros producidos por Editorial Alfa, Libros Marcados, Cero, Dahbar Editores, Libros El Nacional, Ediciones B, OT Editores, Planeta, y algunas nuevas editoriales como El Estilete, verbigracia.
Data dura
Si bien el tema del mercado editorial en Tierra de Gracia nunca ha sido profuso en existencia de data dura, el Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro (Cenal) –ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura- emitió en 2012 un informe titulado así: “Estudio del comportamiento lector, acceso al libro y la lectura en Venezuela”. En el tomo se lee que “el estudio se efectuó desde el 1° de diciembre (de 2011) hasta el 30 de marzo de 2012, con el propósito de caracterizar el comportamiento lector de la población de 13 años y más, residente en Venezuela, a fin de conocer sus preferencias y prácticas asociadas al libro y a la lectura”.
Algunos indicios que sobresalen: 82,51% de la muestra dijo que lee algún tipo de publicación, mientras 15,5% dijo que no lo hace. Asimismo, 29,7% no recuerda cuándo aprendió a leer, 25,1% dice que a los 7 años, y sólo 1.2% entre los 3 y 4 años. La muestra fue de 8.652 personas. “El marco muestral está conformado por el registro de edificaciones para la zona urbana y las carpetas parroquiales para la zona rural, construido a partir de las bases de datos de la información cartográfica y demográfica generada a raíz del XIII Censo Nacional de Población y Vivienda – INE 2001”, se precisa en el estudio del Cenal.
En la casa y el trabajo
Datos reveladores están contenidos –pese a todo- en este documento: 50.2% dice leer libros, 31.7% lee textos escolares, 49.7% revistas, 68.7% periódicos, 40.9% revisa Internet y material digital. La casa es el principal sitio de lectura (69.1%), seguido por el trabajo (13.3%) y el transporte público (4.7%). Del total de los encuestados, 47.9% dice leer libros de modo frecuente, 21.4% de forma ocasional, 20.4% a diario, y 13.6% de modo regular.
En los “últimos 12 meses” (como se dijo, el estudio corresponde a 2012) un total de 32.4% dijo no haber leído ningún libro, 20.6% de 2 a 4 libros, seguido de cerca por quienes sólo leyeron un libro (20.4%). Lo que más se lee es narrativa (novela, cuento, crónica) con 53.2%, seguido por la poesía (25.7%) y biografía/testimonio (23.3%). Quienes compran libros en las librerías constituyen el 37.4%, seguido por quioscos (25.5%), y ferias del libro (14.3%).
Esta alta rata de compra en quioscos denota claramente que en Venezuela se lee mucha literatura rala, esquemática y convencional -en buena medida-, dado que eso es lo que suele conseguirse en los quioscos. Basta detenerse 5 minutos ante uno de ellos para constatarlo.
Según este estudio del Cenal –es verdad que se trata de data gubernamental y uno podría desconfiar, pero al menos es una referencia- estos son los autores más leídos en Venezuela: Rómulo Gallegos, Paulo Coelho, Gabriel García Márquez, Miguel Otero Silva, Miguel de Cervantes, Pablo Neruda e Isabel Allende.
Y estos son los libros más leídos según este documento del Cenal: la Biblia, Doña Bárbara, Cien años de soledad, La culpa es de la vaca, Don Quijote de la Mancha, El alquimista, Casas Muertas, Harry Potter y El Principito.
Las nuevas firmas
Lo cierto es que también han surgido nuevos escritores, como Camilo Pino, Francisco Suniaga, Israel Centeno, Fedosy Santaella, Juan Luis Landaeta, José Tomás Angola o Roberto Echeto, entre muchos otros. Las mujeres también han roto el celofán, y ahí están feroces plumas femeninas como las de Milagros Socorro, Inés Quintero, Krina Ber o Gisela Kozak Rovero.
Otras librerías de corte más “Under” como Kálatos, El Buscón o Lugar Común, se suman a Entrelibros, y hacen el juego a las grandes cadenas como Las Novedades o Tecniciencia Libros.
Caracas tuvo referencias obligadas –desaparecidas ya- , como la librería Suma, de Sabana Grande, donde se conseguían libros que no podían ubicarse en ninguna otra parte. El librero de Suma era todo un emblema, como también lo era el
señor Brasesco, librero inefable del mundo de la prensa local.
Del mismo modo, no deja de haber cierta “subversión literaria” –digamos- con noveles autores que prefieren decantarse por los blogs (Blogger / WordPress), o las ediciones independientes, y dar la espalda a editoriales, cocteles y concursos literarios.
Se dan animadas tertulias, lanzamientos indistintos y encendidos jamming poéticos. Es una especie de resistencia exquisita, ante la estridente debacle nacional. Un cierto aire bohemio y clandestino se oculta en Caracas, y parece querer escapar –a todo trance- del mal gusto predominante. Hace parte natural de la noche y de los bares. Del hedonismo que no quiere morir aplastado. “Esto es muy importante. Es el tipo de cosas que hacen a una ciudad”, espeta Sergio Dahbar, café con leche en mano, anteojos violetas de pasta coronando la punta de su nariz aguileña.
“Siempre hemos leído”
Filippo Vagnoni, con quien tuvimos la suerte de conversar apenas unos días antes de su fallecimiento ocurrido el domingo en Italia, estuvo al frente de la Editorial Fundavag desde su creación. Destacó que Fundavag es una fundación, y no se acerca a los libros con mentalidad de negocio o estricto lucro. Vagnoni, nos atiendió una llamada desde Maiquetía, donde esperaba el avión que lo llevaría a Italia. Nuestra conversación duró apenas unos minutos, los suficientes para confirmar que en Venezuela se sigue leyendo, porque “siempre hemos leído”, si bien no se trata de un hábito masivo, ni demasiado difundido, claro está.
Remarcó que Fundavag confronta múltiples obstáculos –como todos-, pero se mantiene en pie de guerra, editando a nuestros clásicos, como Julio Garmendia, cuya obra se coloca muy bien por estos días, así como Ana Teresa Torres o Armando Rojas Guardia, por ejemplo, y el mismísimo Rómulo Gallegos, de cuya obra esta fundación está próxima a editar tres novelas esenciales en un solo tomo, a fines de este año. Fundavag está haciendo algunos concursos, como el 2do Concurso de Escritores con respaldo de la Embajada de Francia, y el Concurso de Cuentos “Julio Garmendia”, codo a codo con la Universidad de Carabobo.
“En octubre tendremos en la calle una versión en castellano venezolano de ‘Pinocho’. Ahí no hay modismos típicamente de España, como suelen ser estas ediciones. Nuestros niños sí leen, pero es verdad que en el bachillerato no se promueve la lectura. Tampoco hay patrocinios. Los costos hacen mella en los bolsillos, y claro que la gente compra menos libros”, comentó Vagnoni.
De los libros usados al Kindle
Sergio Dahbar celebra que todavía haya en Caracas reductos callejeros de venta de libros usados, como el puente de las Fuerzas Armadas, el pasillo de Ingeniería de la UCV o la zona de “hippies” en Bellas Artes, porque esto es una oportunidad relevante de acceder a buena literatura, pero a bajo costo. El editor expone que la piratería ha bajado mucho, porque el papel está demasiado caro, y ya no es posible editar libros piratas ni siquiera, sino en muy pocas cantidades.
Consultado sobre si hay una buena literatura chavista, Dahbar desliza que “de existir, yo no la he leído”. Piensa que una iniciativa como la editorial del Gobierno, El Perro y la Rana (hoy ya casi extinta) fue muy loable, porque colocaba títulos en manos de los lectores a muy bajo costo, “algunos de ellos muy buenos, pero no puedes vender tan barato, porque entonces no es viable volver a lanzar el libro, y el mercado editorial debe regirse por una ley de mercado; debe ser rentable, porque –de lo contrario- se hace insostenible, como en el caso de El Perro y la Rana”, nos brinda su visión particular.
Monserrat Bertolotto confirma que la piratería ha disminuido casi del todo, y expresa que los libros extranjeros de lanzamiento más reciente no se consiguen en Venezuela. Dahbar comenta que sólo los trae Editorial Estudio, y a precios que rondan los 180 o 200 mil bolívares. Es decir, sólo pueden ser consumidos por una muy reducida élite.
Con respecto a lo que tuvimos hace 20 años, dice Dahbar, hemos retrocedido, porque en aquel entonces estábamos más en la frecuencia de lo que pasaba en el resto del orbe. También la prensa (que siempre nos lleva a la lectura) vivía hace 20 años –hablamos de los tiempos del suplemento dominical Feriado (El Nacional), por ejemplo- una época de oro, que ya se fue.
No obstante, y como una buena noticia entre tantas otras malas, podemos destacar que Dahbar Editores lanzará próximamente una edición de “Los brujos de Chávez”, rigurosa investigación del periodista venezolano (radicado en España), David Placer, sobre el esoterismo yoruba que rodeó radicalmente al fenecido gobernante, Hugo Chávez. El periodista y editor Juan Carlos Zapata ya lo había editado acá en Venezuela (tiró 5 mil ejemplares, con su editorial Sarrapia), y Placer tuvo una casa editora en la Madre Patria.
Sergio Dahbar dice que también hará un tiraje de 5 mil ejemplares, lo cual es bastante para el mercado venezolano, pero no deja de ser algo muy discreto, si se emplea un parámetro global. En Francia una edición normal puede tener hasta 1 millón de ejemplares, y en países como Argentina o México los tirajes son muy superiores a 5 mil ejemplares. “Un tiraje de 3 o 5 mil ejemplares, en un país de 30 millones de habitantes como Venezuela, es algo -más bien- muy modesto”, dice el autor del libro de relatos “Gente que necesita terapia”.
Literatura “high tech”
A pie de página, podemos subrayar que los e-books también se han puesto muy de moda, y herramientas como Kindle, las tabletas y los smartphones, cada vez gozan de mayor popularidad, pero lo digital dista mucho de haber sustituido al papel. Vender un libro en Amazon.com parece que no es tampoco el gran negocio. Bertolotto dice que “lo digital viene, pero –como lectora que soy- no creo que acabe con los libros impresos”, se toca el corazón, y vuelve la mirada sobre sus bellos estantes. Las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, e, incluso, Youtube) son cruciales hoy para un escritor, claramente.
Venezuela sigue estando a la retaguardia, por desgracia. La periodista y escritora Milagros Socorro lo ha calibrado como una “tragedia educativa”. El país de Rómulo Gallegos, de José Ignacio Cabrujas, de Adriano González León, de Teresa de la Parra, de Lucila Palacios, de Gloria Stolk, de Eugenio Montejo, de José Antonio Ramos Sucre, de Miguel Otero Silva, entre otras de nuestras grandes plumas, cada vez compra más libros, sí, pero –“tal vez, eso habría que verificarlo con exactitud, y no es tan fácil hacerlo”, dispara Dahbar- también lee cada día un poco menos. No dejaría de ser una inmensa, elocuente y reveladora paradoja. No cabe duda.
Alejandro Ramírez Morón
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