Retos y oportunidades de la diáspora venezolana


El sociólogo Tomás Páez presentó su libro “Qué hacemos con la diáspora venezolana” publicado por Editorial Dahbar, frente a un nutrido grupo de venezolanos residenciados en España y con la presencia del Presidente Edmundo González.


MADRID.- La diáspora venezolana, la más grande de estos últimos años y quizás la única cuyas causas no residen en una guerra, se ha esparcido en todo el mundo. Como dijo el sociólogo Tomás Páez durante la presentación de su libro Qué hacemos con la diáspora venezolana hay venezolanos hasta en Groenlandia.

Un fenómeno de tal naturaleza se ha transformado en materia de estudio para un sociólogo de amplia experiencia como es Tomás Páez quien desde hace muchos años está dedicado al análisis de las diferentes comunidades de venezolanos que, como ola imparable, se han establecido hasta en los lugares más remotos de la tierra.

Promotor de la “Plataforma de la Diáspora Venezolana” Tomás Páez ha publicado anteriormente los libros La Voz de la diáspora venezolana (2005) y Democracia y autoritarismo en Latinoamérica (2020). 

Tras estudiar durante tantos años la composición de la diáspora, en 2013 crea formalmente el “Proyecto Global de la Diáspora Venezolana” cuyo propósito es el de construir una estrategia de Gobernanza para favorecer la integración positiva de los migrantes venezolanos en los diferentes contextos sociales y políticos.

Venezuela siempre fue un país receptor de inmigración y conoce muy bien cuán positivo puede ser el aporte de comunidades extranjeras. Ahora que se ha transformado en un país de emigración quiere llevar esa experiencia positiva a los otros países.

 

 

Si bien en España el gobierno de Pedro Sánchez haya demostrado gran sensibilidad hacia la diáspora venezolana facilitando su ingreso y los trámites para la adquisición de una documentación que les permitiera trabajar, sabemos que hoy en día en muchos países la realidad es diferente. La inmigración en general es considerada un “problema” y se ha transformado, para algunos sectores políticos, en el monstruo que hay que aniquilar. Una bandera fácil de usar para crear enemigos a los cuales acechar la culpa de políticas fallidas. Nada como el miedo logra solidificar consensos alrededor de políticas malsanas como son las que se están utilizando para perseguir a los inmigrantes en países que hasta hace poco se enorgullecían de su multiculturalidad.

En este contexto cobra particular importancia el libro de Tomás Páez Qué hacemos con la diáspora venezolana, (Editorial Dahbar) síntesis de un largo trabajo realizado con el aporte de las muchísimas organizaciones que surgieron dentro de las comunidades de venezolanos en el exterior.

Como bien subraya Páez en su introducción “El tema migratorio, cada vez más presente en la agenda política global, está plagado de prejuicios y falacias sin fecha de caducidad. Los efectos positivos de toda diáspora y el rechazo xenófobo que se producen, tanto en los países de origen, como de acogida, demandan una mayor atención y coordinación internacional y ello exige desmarcarse de ideologías y creencias contrarias a los derechos humanos”.

En el transcurso de la presentación de su nuevo libro en el espacio del World Jurist Association en Madrid, Páez habló de su investigación y de las razones que condujeron a la elaboración de un estudio que ayude a “aprovechar las habilidades, competencias, conocimientos y redes de las personas, tanto en las comunidades de origen, como en las de acogida”. Los migrantes, como ha demostrado la historia, representan una riqueza para los países de partida y los de llegada, bien lo sabemos los italianos, los españoles y los portugueses, países marcados por grandes emigraciones.

 

 

 

En la presentación estuvo presente Edmundo González, a quien la diáspora y no solo considera el Presidente electo de Venezuela.

Con una intervención conmovedora y apasionada González habló de la tristeza que se siente al tener que dejar el país en el cual nacimos y pensamos morir. Ese en el cual se construyeron familias, trabajos, amistades. Concluyó con un mensaje de paz, de conciliación y sobre todo de esperanza que el público apreció y agradeció con un largo, afectuoso aplauso.

(Redacción) 

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