Un pequeño pueblo de Tenerife, se dispone a lanzar los fuegos artificiales mayores de Europa

FIESTA LAS CRUCES Y LOS FUEGOS - LOS REALEJOS - CASTILLO DE FUEGOS

Enrique Sancho

Un año más, y ya van más de 250, el pequeño municipio de Los Realejos, en Tenerife, a los pies del Orotava y del Teide, se prepara para escenificar el 3 de mayo una vieja rivalidad entre dos calles que provoca el mayor espectáculo de fuegos artificiales que puede contemplarse en Europa. Toneladas de pólvora y una sofisticada tecnología dan como resultado un prodigio de luces y sonidos que estremece el cuerpo y conmueve el alma.

Casi dos horas de explosiones, colores evanescentes, fuegos efímeros, tracas y relámpagos que iluminan y hacen vibrar las calles, y los barrios de El Sol y El Medio en un raro homenaje a la Santa Cruz que desfila por sus callejas pero hace una parada entre cohetes porque también quiere contemplar este singular y exclusivo espectáculo que nace en unas campas aisladas pero también en las azoteas de muchas de las casas.

Volcanes, carcasas, palmeras, cohetes, candelas, bengalas, bombetas, voladoras, petardos, truenos, fuentes, baterías… crean multitud de efectos visuales, combinando colores, estallidos, destellos, cruces de direcciones y también tonos sonoros en forma de estallidos, chispas, silbidos, explosiones. Todo ello es el resultado de distintas combinaciones de salitre, azufre, carbón vegetal, sulfato de cobre, alcanfor, dextrina, antimonio y de la destreza de unos artesanos dedicados al raro oficio de crear obras maestras que terminan convertidas en humo.

Pero lo de menos es el contenido y las formas de estos fuegos que se transforman en una especie de magia que dura segundos, pero llena de entusiasmo y admiración a quienes la contemplan. Lo importante es la propia celebración y el “pique” pacífico entre las dos calles que se remonta a más de 250 años y que nunca ha tenido un vencedor ni un vencido, porque no se trata de un concurso ni una pugna.

En todo caso, la única que vence es la Cruz Santa, auténtica protagonista de la fiesta y a la que todos los alentejanos de una calle o otra rinden devoción. Una tradición que cada año cobra más fuerza, heredando la costumbre las generaciones más jóvenes. La celebración es Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2015 y aspira a ser de Interés Turístico Internacional en breve.

“En esta nueva edición de las tradicionales Fiestas de Mayo de Los Realejos, recordemos, el pueblo más festivo de España, –indica su alcalde Adolfo González– se ofertan más de 70 actividades culturales, religiosas, deportivas, solidarias y devocionales, con la exaltación de la gastronomía, música y vestimentas propias de nuestras islas como eje central de estas celebraciones que, un año más, invadirán las calles del municipio, un lugar único cuya personalidad y carácter se han ido forjando a base de las experiencias, costumbres y legados que se han transmitido históricamente de generación en generación”.

 

FIESTA LAS CRUCES Y LOS FUEGOS – LOS REALEJOS – TRASPASO DE LA CRUZ

 

Una aparición milagrosa

Como ocurre con frecuencia, los símbolos religiosos –vírgenes, santos, cruces…– nacen de forma milagrosa a mitad de camino entre la historia y la tradición. De la cruz de Los Realejos se cuenta que en 1666 un jinete cruzaba el barranco del Pago de la Higa, cuando su caballo se detuvo bruscamente y se negó a seguir. El amo, molesto, lo azuzó para que caminara, y el caballo terminó tirándolo de la montura. Cuando el jinete se recuperó de la caída descubrió al animal escarbando la tierra.

De entre las piedras asomó entonces una cruz de madera, y el hacendado, conmovido ante el acontecimiento, dispuso levantar una capilla en ese mismo lugar, el Montículo de la Suerte, que con el tiempo sería el templo del Apóstol Santiago (en conmemoración de la festividad en que los soldados castellanos dieron por finalizada la conquista de Tenerife). De aquella cruz solo quedaron unos pocos maderos que ahora están en el interior de una cruz de filigrana de plata (1677), que es la que desfila por las calles el 2 y 3 de mayo de cada año.

Y es también la cruz –las cruces porque son más de 300 las que se exhiben en el municipio– otra de las rivalidades que afectan a todo el pueblo, a todas sus calles. Capillas, portales, ventanas, escaparates, interiores de viviendas, patios, incluso simples paredes se adornan con cruces y fuera de la urbe, también en riscos, peñas en el mar, caminos y quebradas en el monte.

Cientos de cruces y millones de flores formando enrames deslumbrantes o modestos que forman un catálogo de las más bellas y olorosas variedades. Orquídeas, anturios, rosas gigantes, tulipanes, claveles, margaritas, calas y, naturalmente, la Strelitzia reginae, más conocida como ave del paraíso, la más típica de Canarias.

 

FIESTA LAS CRUCES Y LOS FUEGOS – LOS REALEJOS – CALLE EL SOL

 

Una larga historia

Pero junto a las cruces, lo que hace singular esta fiesta son los fuegos. Todo empezó por una rivalidad entre dos barrios, incluso dos calles del mismo municipio, la calle El Sol y la calle El Medio; aunque también, según se dice, entre dos clases sociales bien diferenciadas: los propietarios de las tierras por donde discurría la calle El Medio, también conocida como calle de los Marqueses, y los medianeros y pequeños campesinos de la calle El Sol. Así nació el “pique” que se remonta a 1770, aunque estos contrastes económicos tan pronunciados han desaparecido.

¿Por qué se enfrentaban los barrios? ¿Dónde nace esa rivalidad? Históricamente se trataba de un día de conflicto simulado entre marqueses y campesinos. El “pique” consistía en que al paso de la Cruz en procesión, cada calle encendía hogueras, humos de colores y se hacía mucho ruido, de modo que ganaba aquella que mayores fogatas, mayores columnas de humo o más ruido hubiera hecho. Pero tras la irrupción de las pirotecnias en estas fiestas, se pasaron a vivir auténticas batallas campales con petardos y voladores que surcaban el cielo en horizontal buscando la calle “enemiga”.

Lo que comenzó con hogueras, humos de colores, ruidos, tracas y regueros de pólvora colocados por los fieles en las aceras y zaguanes de las casas, pasó a ser auténticas batallas campales con petardos y voladores que surcaban el cielo en horizontal buscando la calle “enemiga”.

Se cuenta que un año los vecinos de la Calle del Sol trajeron un cañón auténtico proveniente del Fortín de San Fernando en la costa realejera, y llenándolo de pólvora lo dirigieron hacia los tejados y azoteas de la Calle del Medio, separadas ambas por un barranco –actualmente convertido en calle–, apenas a 40 metros de distancia. No hubo que lamentar daños personales pero sí regocijo en la Calle del Sol y pánico en la del Medio. Fue más que un “pique”.

 

FIESTA LAS CRUCES Y LOS FUEGOS – LOS REALEJOS – ZONA DE CASTILLOS DE FUEGOS

 

Financiación vecinal

Una singularidad de esta fiesta y de sus fuegos artificiales es que se financian con las aportaciones de los vecinos; lo que se llama la “perra de la Cruz” es una tradición y una necesidad que lleva a pedir puerta por puerta el dinero que luego se invertirá en las fiestas, colaborando todos los vecinos y los simpatizantes con una cuota mensual que se engorda los últimos días cuando se hace la postrera recogida.

Además de esta financiación se realizan diferentes actividades a lo largo del año para conseguir aumentar los fondos, como pueden ser excursiones, comidas, viajes, etc., así como las ya tradicionales rifas y hartangas de Navidad. También contribuyen al fondo los donativos que muchas personas envían desde fuera del municipio y los recogidos en cada capilla de Cruz.

Además de eso, antiguamente se calaban manteles, se criaban cochinillos y hasta hubo un tiempo en el que se cuidaban potros para luego venderlos. Es digno de mención el esfuerzo de los vecinos tanto moral como económico para llevar a cabo estas Fiestas de Cruz, pues no reciben subvenciones ni ayudas oficiales de ningún tipo, algo que le da a estas fiestas un carácter único.

Hoy, la antigua “guerra” es un motivo de fiesta que convierte a Los Realejos, en Tenerife, los días 2 y 3 de mayo en uno de los pueblos más decorados y bellos de España. Pero lo que no ha cambiado es la esencia que siempre ha caracterizado estas celebraciones y que es la de venerar a la Cruz, acogiendo con los brazos abiertos a todos aquellos que vienen cada año a admirar la devoción y entrega que los vecinos de ambas calles ponen en la realización de una fiesta única e incomparable.

 

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