Navidad se disfruta con los dulces más famosos de Italia: el panettone y el pandoro

(Foto di Moondance da Pixabay)

Estamos en épocas navideñas y por doquier vemos variedades de panettones o de pandoros a la venta. En realidad una Navidad a la italiana, debe contener alguna de estas preparaciones ¡y no solo a la italiana!, paulatinamente el mundo entero lo ha adoptado hasta obtener su sitial de honor en todas las mesas también fuera de la Bota.

¿Pero siempre ha sido así? Retrocedamos en el tiempo y veamos cuáles son los orígenes de tan famosos dulces. Se dice que durante el Ducado de Milán (región de Lombardía al noroeste de Italia) regido por Ludovico Sforza (más conocido como il Moro y mecenas de Leonardo Da Vinci, entre otros) entre 1494-1499, un ayudante de cocina – llamado Toni- salvó un banquete de Navidad, al presentar un pan leudado como postre, luego de que el jefe de cocina hubiera quemado el dulce principal. Ludovico apreció tanto la preparación que lo nombró Pan de Toni.

Esta historia, sin embargo, no es más que una leyenda simpática divulgada desde los ‘800 ya que como veremos, el panettone se originó antes, durante el Medioevo, período en el cual se preparaba un pan especial para comerlo solo durante las épocas festivas de la Navidad, al calor de un tronco ardiente en las chimeneas. Así se evidencia en un escrito de finales del ‘400 que registra esa costumbre y la de que era el jefe de familia que cortaba los trozos y los repartía. Efectivamente, en mi hogar se servía así. Toda una tradición navideña.

Si bien son primos lejanos, el pandoro tiene otro origen y una historia más reciente. El primer registro que se tiene data exactamente del 14 de octubre de 1894 y fue un cocinero Domenico Melegatti quien lo inventó en la ciudad de Verona (región del Veneto al noreste de Italia). Basándose en un pan dulce popular que tradicionalmente lo cocinaban las mujeres, lo enriqueció con más mantequilla, levadura y azúcar y, en un arranque de creatividad, escogió un molde en forma de estrella para hornearlo. El resultado: el pandoro (nombre dado por su ayudante de cocina que exclamó, al verlo iluminado por un rayo de sol: “Un pan d’oro!” y fue el nombre, que escrito todo junto, resultó en pandoro. El legado de Domenico, aún continúa con la marca Melegatti, que aún comercializa sus pandoros en todo el mundo.

(Foto di diego da Pixabay)

 

Si usted quiere probar ambos en sus tierras natales, le sugiero lo siguiente: planee sus próximas vacaciones navideñas en Italia. Tome un avión hasta Milán. Allí vaya al cualquier pastelería y escoja la que ofrezca el panettone más bonito. Váyase frente al Duomo a degustarlo: utilizará el sentido de la vista para alimentarse con el grandilocuente espectáculo que ofrece la más famosa catedral milanesa y el gusto, que le hará deleitarse con la masa leudada del panettone con sus pasas y frutas maceradas.

Luego alquile un carro y diríjase casi en línea recta hacia el noreste y en solo dos horas llegará a Verona, ciudad de Romeo y Julieta. Primera parada: una pastelería que venda pandoro. Escoja el más apetitoso y dorado, en fin, el que cautive más su mirada. Luego diríjase al balcón de Julieta, quédese abajo mientras su amada se asoma al balcón, y personifiquen la famosa escena de la obra de Shakespeare. Luego de probar sus dotes teatrales, diríjase a la Arena de Verona, anfiteatro romano aún en uso y, vaya a ver alguna ópera: le auguro que tenga suerte y que sea La Traviata de Verdi para que mientras disfruta su pandoro, cante el aria operística más famosa por su alegría y mensaje de regocijo:

Libiamo, libiamo ne’ lieti calici, che la bellezza infiora
E la fuggevol, fuggevol ora s’inebriì a voluttà

Libiam ne’ dolci fremiti che suscita l’amore
Poichè quell’occhio al core onnipotente va

Libiamo, amore, amore fra i calici più caldi baci avrà
Ah! Libiam, amor fra’ calici più caldi baci avrà

Buon Natale e buon anno 2023!

 

 

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