Italia también se saborea en sus calles: hoy, en Nápoles

(Foto de Giulio Yuri Dalla Noce - https://www.flickr.com/photos/150503221@N02/)

Querido lector, imagínese caminando por las calles de Nápoles; de repente, el hambre lo ataca y lo empuja a comer algo rápido y sencillo para seguir su camino de forma expedita. No se desespere: así como Sicilia le brinda sus ricos arancini, la ciudad del Vesubio le ofrece su propia comida de calle.

Nápoles es la ciudad que vio nacer a la pizza en su forma clásica. Un pizzaiolo de apellido Esposito (pronunciado “espósito”), sabiendo que venía la reina consorte de Italia, Margherita, la homenajeó creando un plato cuyos ingredientes coloridos recordaban a la bandera de Italia. Pero, ¿sabía usted que existen otros tipos de pizza a esa que conocemos?

En las calles de la ciudad del Golfo de Nápoles, capital de la región de Campania, verá que en las rosticerías, tarantines, panaderías y en algunas de las 8.000 pizzerías que hacen vida en ellas, hay a la venta unas especies de pizzas que se conocen como pizzas al portafoglio (monedero, en italiano) y ¿cuál es la diferencia con su hermana mayor? Primero el tamaño: son más pequeñas, con poca salsa de tomate y un “esbozo” de queso Fior di latte (mozzarella hecha únicamente de leche de vaca, originaria de Nápoles). Segundo, y aquí la razón de su nombre, se come doblándola en dos (al igual que los monederos masculinos). La pizza al portafoglio se come de pie, caminando o sentado en algún murito o escaleras cercanas al establecimiento. Igual a como comemos, acá en Venezuela, un perro caliente en la calle.

Ahora bien, existe otro tipo de pizza – prima hermana de las otras dos – que se denomina pizza fritta y ¿de qué se trata?: es una masa hecha con harina, agua y levadura que, una vez descansada, se extiende en discos bien finitos a los que se le coloca encima algún tipo de relleno; el tradicional es el de ricotta, mozzarella y salchichón napolitano. Luego se doblan en forma de medialuna, se sellan los bordes y fríen en aceite. ¿A qué le recuerda? ¡Exacto! A nuestras empanadas, si bien los rellenos difieren: aquellos son mediterráneos y los nuestros, bien criollos.

(Foto https://www.flickr.com/photos/100125183@N08/)

Como siempre, le doy un consejo de viaje: tome un avión hasta Roma, de allí recorra 220 km hacia el Sur hasta llegar a Nápoles (puede ser en carro o en tren). Quédese en la ciudad un mínimo de 3 días para visitar su centro histórico y demás atracciones, entre las cuales el golfo. Al cuarto día, vaya a algún restaurante o rosticería y hágase de una bandeja de pizzas al portafoglio y pizzas fritas. Alquile un carro y tome rumbo al Sur para visitar la Isla de Capri y su gruta azul (ruegue para que la marea no esté alta, porque de esa forma, el barquito podrá pasar por su pequeña abertura y no se perderá de entrar a un mundo mágico en donde todo está teñido de un azul “mediterráneo”; incluida su piel)

Eso sí, mientras maneja, vaya degustando sus diferentes pizzas y cantando a todo pulmón la canción más famosa de Nápoles que data, nada más y nada menos, que de ¡1898!: O sole mio.

En caso de que no se supiera la letra, se la coloco abajo en idioma original, el napolitano.

Buon appetito e buona passeggiata!

Che bella cosa na jurnata ‘e Sole
N’aria serena doppo na tempesta
Pe’ ll’aria fresca pare gia’ na festa
Che bella cosa na jurnata ‘e Sole

Ma n’atu Sole cchiu’ bello, oi ne’
‘O Sole mio sta ‘nfronte a te
‘O Sole, ‘o Sole mio
Sta ‘nfronte a te, sta ‘nfronte a te

Quanno fa notte e ‘o Sole se ne scenne
Me vene quase ‘na malincunia
Sotto ‘a finestra toia restarria
Quanno fa notte e ‘o Sole se ne scenne

Ma n’atu Sole cchiu’ bello, oi ne’
‘O Sole mio sta ‘nfronte a te
‘O Sole, ‘o Sole mio
Sta ‘nfronte a te, sta ‘nfronte a te

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