Editorial – El rifirrafe entre Ayuso y Monasterio

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso

“La delincuencia no está relacionada con el origen de las personas, mezclan una y otra vez a los ‘menas’ con todo. Las bandas juveniles son españolas. En las bandas latinas hay emigrantes de segunda generación tan españoles como Abascal, como usted o como yo”. Pocas palabras. Diáfanas y cortantes. Las suficientes para, entre los aplausos de los diputados de los grupos parlamentarios de Más Madrid, Psoe y Unidas Podemos, rechazar las mentiras de Rocío Monasterio, presidenta de Vox en la Comunidad de Madrid. Es así come Isabel Díaz Ayuso trasladó a su Comunidad los ecos de las elecciones en Castilla y León.

Nadie puede pensar que el rifirrafe con la señora Monasterio y la defensa que hizo indirectamente de los inmigrantes haya sido casualidad. La actuación de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha sido parte de una estrategia que busca frenar el avance del partido de extrema derecha que, de seguir creciendo, podría “condicionar”, para no decir “determinar”, cualquier aspiración de gobierno futuro del Partido Popular.

Amor y odio. Los dimes y diretes entre Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio tal vez no indiquen, como algunos pronostican, la proximidad del divorcio entre el Partido Popular y Vox. Sin embargo, desde hace ya algún tiempo esa alianza entre conservadores y extrema derecha, “necesaria” para que los populares puedan gobernar en Madrid, ha comenzado a mostrar sus costuras. Al fin y al cabo, Santiago Abascal y Pablo Casado tienen asuntos pendientes. En octubre de 2020, el presidente del Partido Popular, en el Congreso de los Diputados, rechazó la moción de censura presentada por Vox. Lo hizo con un ataque personal al líder de la extrema derecha.

Al afirmar que “la delincuencia no está relacionada con el origen de las personas”, Isabel Díaz Ayuso se desmarca de la narrativa xenófoba y mendaz de Vox y marca un precedente importante. Sin embargo, no entra en el fondo del asunto. Decimos, ¿si los integrantes de las bandas juveniles son españoles, si son jóvenes hijos de inmigrantes nacidos en el país, en qué ha fallado el Estado? ¿Es justo culpabilizar a las comunidades extranjeras, sean estas latinoamericanas o subsaharianas, como hacen los voceros de Vox, sin prueba alguna, cada vez que se les presenta la ocasión? No es cierto que “la inmigración ilegal causa terror en nuestros barrios”, como afirmó la señora Monasterio; lo es, en cambio, que la política de inserción e integración pareciera haber fracasado. En general, pareciera haberse destruido el sueño de una vida mejor y detenido la movilidad entre clases sociales.

Los inmigrantes, no nos cansaremos de afirmarlo, representan una riqueza cultural, social y económica que los Estados deben aprovechar. La narrativa xenófoba de las formaciones de extrema derecha – léase Vox -, su defensa del “Estado de bienestar nativista” no le hace ningún bien al proceso de inserción de los inmigrantes en la sociedad. Tampoco lo favorece el oportunismo político aún cuando a veces, como en el caso de la polémica verbal entre Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio, ni disgusta ni molesta.

Mauro Bafile