Este 17 de julio cumple 84 años Joaquín Salvador Lavado Tejón, mejor conocido como Quino, caricaturista argentino creador de la curiosa y revolucionaria Mafalda. Millones han disfrutado y aprendido por décadas a través de las miradas reflexivas de esta pequeña que notó que algo no estaba bien con el mundo.
Para quienes leyeron y leen a Mafalda es palpable que los dibujos no hablan precisamente de cosas pueriles. A pesar de ser una niña, ella está preocupada por la política, la guerra, la cultura, la pobreza, el ambiente, la educación, las causas populares, la censura y la represión, la familia y el rol de la mujer, y hasta el devenir de la humanidad como un todo. “¡Es la tierra, el planeta de los elegidos! ¡¡Único con sabor a conflicto!!”, destacó Mafalda ante su incrédulo padre, en una ocasión.
¿Y qué decir de los otros niños que son sus amigos? Inconfundibles e imperdibles. Manolito siempre interpreta la vida como un negocio, aunque demuestra buenos sentimientos a sus amigos; Susanita está interesada en sus aspiraciones domésticas y en su ascenso social más que en otra cosa; Felipe vive en el mundo de la imaginación, prefiriendo los juegos y evitando los estudios; Miguel, inocente, filosofa sobre la vida y queda aun más confundido; Guillermo, hermano de Mafalda, causa desastres con rebeldía infantil; Libertad, la última en unirse a la pandilla, es un comentario social en sí misma por su baja estatura, y su carácter es tan crítico como el de Mafalda.
Quino publicó otros trabajos cuya agudeza e ironía son evidentes. Déjeme Inventar (1983), Quinoterapia (1985), Humano se nace (1991), ¡Qué mala es la gente! (1996), y ¡Cuánta bondad! (1999) son algunos de los libros que compilan sus trazos. En ellos no abandonó los juicios a las iniquidades, ni tampoco dejó de reflejar las ocurrencias, contradicciones e irracionalidades de nuestra especie.
¿Y se mantiene vigente Quino? Su relectura abre un horizonte de interpretación interesante que sería recomendable revisar. Veamos algunos ejemplos.
En una publicación dibujó a decenas de personas al fondo de una pendiente que gritan a otros que no se ven en el cuadro: “¿Qué hacen? ¡Paren! ¡Paren! ¿Están locos? ¡Somos pobres! ¿No entienden? ¡Pobres! ¿Qué tienen que venir a mezclarse con nosotros? ¡No vamos a caber! ¡No hay caso! ¡Se vienen, nomás!”. Rodando por la colina, como alud incontrolable, hombres y mujeres atropellan y embisten a los que antes permanecían en la base. “¡Qué manía, estos de la clase media, bajar así!”. ¿Resulta conocido?
“¿Y usted, joven, posee ideas propias?”, pregunta, prepotente, una figura de autoridad detrás de un escritorio. “No, no, yo alquilo”, aclara un muchacho enclenque en comparación con su interlocutor. “Estupendo porque aquí no queremos sorpresas”, celebra el primero. ¿Tiene un aire familiar esta historia?
“Disculpe la pregunta, pero ¿cómo se sobrelleva esta crisis mundial que nos hunde a todos?”, expresa angustiado un hombre que está hasta la cabeza metido en un hoyo. Con tranquilidad, cigarrillo encendido, responde otro que solo está hasta los tobillos dentro de su propio hueco: “Y, depende… ¿Usted sobre quién está parado?”.
Si sus viñetas todavía producen alguna suerte de identificación es porque Quino se empeñó, en sus años de actividad, en hacer humor que denunciara los problemas del hombre moderno. Hoy los relatos se mantienen, y de ahí la actualidad de su trabajo.
Quino recibió el 21 de mayo de 2014 el Premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades. El acta del jurado fue elocuente: “La obra de Quino conlleva un enorme valor educativo y ha sido traducida a numerosos idiomas, lo que revela su dimensión universal. Sus personajes trascienden cualquier geografía, edad y condición social”.
También en 2014 Mafalda cumplió 50 años. En esa situación el historietista fue entrevistado por Télam (agencia de noticias de la República Argentina), y ante el micrófono explicó que hoy en día le deprimen que “la humanidad siga cometiendo los mismos errores cada vez” y la multiplicación de los focos de tensión y peligros de guerra en varios puntos del planeta.
A pesar de toda la acidez que pueda sentir al ver que el mundo sigue enfermo, se desea al maestro un feliz cumpleaños, y se recuerda, desde Venezuela, la fe de Mafalda de que otro mundo es posible si nos apuramos a cambiarlo antes de que el mundo nos cambie.
Víctor Manuel Álvarez Riccio
@AlvarezRiccio
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