A propósito de las filosofías

Nuestro punto de partida para reflexionar sobre las nociones de filosofía y las diversas aproximaciones que sostendremos de la misma, en esta entrega y durante las sucesivas, será Sartre en Crítica a la razón dialéctica (1960). Allí, el autor francés expone: “Para nosotros la Filosofía no es (…) De hecho hay filosofías” (p. 15). Sartre expondrá a lo largo de “Cuestiones de método” que para muchos la filosofía se les presenta como una doctrina, como un conjunto de pensamientos hechos, como un conjunto homogéneo de verdades absolutas sobre el cómo proceder que tiene como fin último tranquilizar al sujeto sobre el peso de su libertad, a saber, que tiene que escoger los rumbos de su libertad.

Cuando hablamos de los rumbos de la libertad, siguiendo al filósofo existencialista y asu vez tomando distancia del mismo, nos referimos a que las elecciones que hacemos en relación con la existencia tienen como sustento último a nosotros mismos y a nuestras convicciones sobre lo que debemos o no hacer. Justamente, dichas elecciones tienen que ver con que no existe un suelo duro de verdad que sostenga nuestras decisiones. Así, cuando consideramos que la filosofía nos “sirve” para justificar el camino que hemos tomado o la elección que hemos realizado estamos negando el papel de constructor de verdades que tiene cada uno de nosotros. Estamos tomando una postura inauténtica frente al saber, a la luz del filósofo francés, porque estamos delegando a un Otro la reflexión sobre los contenidos que justifican nuestro rumbo.

Siguiendo con lo anterior, la construcción de verdades encara nuestras inquietudes espirituales más turbadoras sobre el qué debo hacer en relación con mis proyectos de vida. Se trata de asumir sin excusas el riesgo de reflexionar desde nosotros mismos para dotar de sentido y de coherencia a las elecciones que estimemos oportunas en función de dicho proyecto de vida. De esta forma, la filosofía se torna en filosofías: esquemas interpretativos, conceptos abiertos, claves de lectura con las cuales nos miramos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. Estas filosofías que emergen son producto de la reflexión crítica que nosotros hacemos sobre dichos contenidos interpretativos y, a su vez, sobre nuestras experiencias de vida.

Así, según este enfoque que estamos construyendo, la verdades son “demasiado humanas” para considerarlas absolutas y, más concretamente en los que nos atañe en este espacio, radica en nosotros la responsabilidad social de postular sociedades más democráticas y más conciliadoras de lo humano puesto que éstas por sí solas no se develan como tales. Así, esta actitud que tomamos con el mundo es una actitud comprometida con el camino que han de tomar nuestras sociedades y las filosofías que sostenemos, ora hoy ora mañana, son capaces de crear y re-crear lo social en función del criterio de “riqueza humana” que postulemos porque somos nosotros mismos quienes nos empeñamos con nuestro esfuerzo en hacerlas “vivas” en lo social.

Ahora bien, preguntarse por la función social del quehacer filosófico es preguntarse también por la utilidad práctica de cierta postura crítica en el fomento y construcción de lo humano en nuestras sociedades tardocapitalistas. Precisamente si hacemos “vivas” las filosofías sobre lo humano y en pro de la construcción de lo humano seguramente hemos de ver con mayores probabilidades resultados positivos para la convivencia democrática.

De forma tal que desde esta plataforma digital lo que pretendemos con nuestras entregas es contribuir a edificar una deliberación crítica sobre las ventajas sociales que tenemos como ciudadanos si nos esforzamos por labrar una mirada solícita con el otro producto de una reflexión ponderada y tolerante sobre los rumbos que ha de tomar nuestra libertad. No se trata de aproximarnos al quehacer filosófico como un cuerpo doctrinal, sino, más bien, de sopesar los diversos pensamientos, siempre críticos y dispuestos a ser revisados, en torno a la existencia y su relación con el todo social con el fin de ponerlos en relación con nosotros mismos y con nuestro contexto social. Lo anterior, según nuestra apuesta, es para que alcancemos momentos de diálogo entre nosotros en pro de un bienestar colectivo. Así, el fin último es superar la mirada de enfrentamiento que nos hace ver al otro en lo social como un obstáculo, al cual puedo ignorar y, más grave aún, enfrentar.

Queda por seguir trabajando la noción de otro desde una mirada solícita. Las filosofías vienen a ser aquí herramientas, léxicos a partir de los cuales trabajamos y nos trabajamos continuamente con la sólida pretensión edificar una convivencia pacífica, una convivencia que consolide las sociedades democráticas en tanto que reflexionan y examinan continuamente sobre la importancia del colectivo sin resquebrajar al individuo.