“ Tendremos 450 mil empresas en 10 años ”


¿Ambicioso? Sin duda. ¿Inalcanzable? ¿Por qué no? Por supuesto, la creación de 450 mil empresas en 10 años luce más como una ilusión que como una meta razonable. Decimos, un sueño inalcanzable. Dudas y perplejidades. Es lo menos que puede despertar un objetivo como este. Después de todo, nuestra economía, a pesar de su repunte, todavía padece de debilidades y carece de la fortaleza que sólo algunos insisten en atribuirle. Y el discurso político de confrontación que no de conciliación no ayuda. Sin embargo, el optimismo de Miguel Pérez Abbad, Presidente de Fedeindustria, es contagiante. Sus palabras hacen mella en los escépticos. Queda la duda y, con ella, la esperanza.


– Tenemos un reto enorme por delante – nos dice -. Nuestro objetivo es la creación de 450 mil empresas, en los próximos 10 años. Nos hemos impuesto una meta ambiciosa. Y estamos seguros que podremos alcanzarla. Es importante volver a los niveles de bienestar, de calidad de vida de los cuales gozábamos en los años 75-78. Eran los más altos de América Latina. Esta es una gran oportunidad. Y lo es para quienes nacieron en el país y para quienes vinieron de otras tierras. Lo es para el inversionista extranjero porque Venezuela, así lo enseña la historia, siempre ha sido un país incondicional para quienes deciden invertir en él.


Reconoce que todavía hay inseguridad jurídica. No obstante, afirma que “la cultura democrática priva por encima de cualquier inconveniente jurídico que pueda generarse”.


– 450 mil nuevas empresas es un objetivo ambicioso. ¿Cuáles son las dificultades que estima habrá que superar?


– En primer lugar – contesta -, es importante cambiar nuestra manera de ver las cosas; nuestra visión del crecimiento económico. Y eso pasa también por la formación de nuestros hijos.


Se pregunta “¿hacia dónde está orientada la formación de las nuevas generaciones?” para luego contestarse:


– Ahí está el error. Las formamos para que sean excelentes profesionales. No los educamos para que sean emprendedores.


Sostiene que el error consiste en no atribuirle al “emprendedor su justo valor”. Y añade:


– Hay que poner el acento en una política de Estado que permita crear las condiciones que abone el terreno para que crezcan nuevas empresas. Nuestros hijos, las nuevas generaciones están formándose para ser empleados. No hay una agenda pública que estimule la creación de empresas. Las inversiones extranjeras siempre querrán una contraparte nacional. Hoy esa contraparte no existe.


– ¿Hay las condiciones para hacer negocios en Venezuela?


– Hay que mejorarlas – comenta -. Debe ser más fácil entrar y salir del juego empresarial. Se necesitan normas claras y, por supuesto, menos burocracia. Hay que mejorar la permisología; hacerla más expedita. Por otra parte, también es necesario abaratar los costos y lograr formalizar la economía.


Sostiene que, “hay una fuerza productiva importante en el sector informal”.


– Por lo tanto – continúa -, hay que crear las condiciones para poderla aprovechar; para que puedan darse inversiones productivas. En otras palabras, necesitamos una política de Estado que estimule al sector; que otorgue el justo valor al campesino, al productor agropecuario, al industrial. Es indispensable revalorizar el trabajo.


– Parece difícil en un País en el cual el discurso político presenta al empresario como el responsable de todos los males; de todas las desgracias; de todas las desigualdades. Hasta las máximas autoridades del Estado emplean palabras poco halagadoras para referirse a quienes tienen una actividad productiva privada, sea esa un taller artesanal o un complejo fabril. En estas condiciones, en este entorno tan hostil, ¿quién puede querer ser empresario? ¿Cómo revalorizar la figura del industrial o del productor agroindustrial?


– Yo hablo mucho con los jóvenes – nos explica -. Hay quienes quieren ser abogados, quien quiere ser ingeniero y quien quiere ser contador. Y, sin embargo, lo que necesitamos realmente son empresarios. Son pocos, muy pocos quienes dicen que quieren serlo.


Subraya:


– Necesitamos menos Estado y más empresa privada.


Es una afirmación que hemos escuchado día tras día, mes tras mes, año tras año. Sin embargo, choca dramáticamente con la realidad del País. Y así se lo hacemos notar.


– Existe la responsabilidad social del empresariado – continúa – Esta responsabilidad social permite que la comunidad nos perciba por lo que somos: generadores de empleo. Eso, generar empleo… debemos hacerlo nosotros todos los días. No es tarea del Estado. Hay que trabajar en la creación de una matriz de opinión que presente al empresario como un actor capaz de sacar al país de la pobreza. Los europeos lo entendieron muy bien.


Afirma que el País “debe marchar hacia esa dirección” e insiste en que “es tarea de todos que eso suceda”.


– Más del 50 por ciento de la población económicamente activa está empleada en el sector informal. Es decir, no genera valor agregado.


– Nos afecta el contrabando – comenta -. Es evidente que hay un desplazamiento de la producción nacional a la foránea. No es un problema sencillo. No es fácil de resolver.


– ¿Por qué la manufactura nacional no puede competir en precios y calidad con el contrabando? De ofrecer nuestros productos a menor precio, el contrabando carecería de mercado o, cuando menos, dejaría de ser tan apetecible.


– Hay razones – nos explica -. Lasdenominamos condiciones en el entorno de los negocios y permiten explicar el fenómeno. Por ejemplo, el régimen de prestación social de Colombia resulta más económico que el de Venezuela. En consecuencia, en Colombia la mano de obra es más barata que en Venezuela.


– Entonces, en Venezuela hay una capacidad adquisitiva mayor…


– No necesariamente – sostiene -. Acabas de tocar un tema inherente a la formación de nuestra mano de obra. En Venezuela, hace mucho que no se forma mano de obra. Tenemos más de 20 años. El Ince, hoy, sólo educa aprendices y secretarias para bancos.


Comenta que “hace mucho se vendió la tesis de que el petróleo daba para todo; que permitía cualquier cosa“.


– En fin, ¿para qué producir si podemos importarlo todo? – nos dice -. Eso generó el desmontaje paulatino de las política orientadas hacia el sector industrial. En la década de los ’90, toda la industria de alimentos emigró a Colombia. Hubo una desbandado. Encontraron mejores condiciones del entorno. ¿Cuáles son? Pues bien, mano de obra barata, un precio-valor de la mano de obra más competitivo; un Gobierno comprometido con el sector productivo; mayor seguridad política y menos epilepsia en las tomas de decisiones. La política de Estado está orientada a crear mayor valor agregado.


Después de sostener que para que haya una verdadera integración regional se torna necesario alcanzar un balance, “en fin que haya una integración menos asimétrica”, sostiene:- Consideramos que la economía social y los números de la macroeconomía no tienen porque estar reñidos. Puede atenderse la población pobre del País. La única manera de ayudarla es creando riquezas y distribuyendo esa riqueza. Debemos aprovechar la potencialidad de Venezuela a través de la generación de inversiones intensivas en tecnología


Las consecuencias del Paro Nacional


Es su balance de los acontecimientos que estremecieron al País hace aproximadamente tres años. Decimos, el Paro Nacional de 2002. La crítica es mordaz, hiriente. Y, a veces, las palabras abandonan el tono prudente y diplomático que ha caracterizado la conversación.- Todo el mundo – nos dice – sabe que la institución que no promovió, que no respaldó el paro fue Fedeindustria. También fue la única en señalar los peligros de emplear la empresa privada como punta de lanza para alcanzar objetivos políticos.Critica la actitud de quienes “transformaron las organizaciones industriales en partidos políticos”.


– Eso, como hemos visto – prosigue -, trajo sus consecuencias. A partir de 2003, el sector privado se desengancha de la política. Es entonces cuando la economía vuelve a crecer. En fin, el sector privado dice: “nosotros no vamos a seguir ese juego”. La recuperación de la producción se expresa en 2004 con el mayor crecimiento de la economía en la historia del País.


Sostiene que ese crecimiento tiene lugar en cuando el empresario vuelve a desempeñar su rol en la sociedad. Decimos, abandona el ámbito político.- Ese crecimiento – añade para concluir – remolca a sectores de la Pyme, los cuales hoy experimentan un repunte importante. Hay una recuperación de la capacidad productiva. En 2004, se empleó casi el 57 por ciento de la capacidad ociosa. Y esperamos que esta, este año, vaya reduciéndose aún más. Las expectativas, en mi opinión, son muy favorables. Los proyectos de desarrollo abren posibilidades enormes de crecimiento para la Pyme, al igual que los nuevos instrumentos financieros orientados hacia la reconversión y la renovación del parque industrial.